Especial | Mía.

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Y Zoe

"Conociste a esta chica, sin saber que lo era, y empezó a atraerte y todo eso, sé que no debe ser fácil, pero no es tanto misterio

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"Conociste a esta chica, sin saber que lo era, y empezó a atraerte y todo eso, sé que no debe ser fácil, pero no es tanto misterio."

Mía dio vueltas sobre su cama hasta quedar con su cara aplastada contra el colchón. Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Parecía que todo lo malo o inesperado le pasaba a ella. ¡Ella solo quería tranquilidad en su vida! Está bien, era fanática de los libros y la ficción, y a menudo había soñado con muchos escenarios en los que ella vivía una historia de ensueño, en esos donde nadie esperaría que el chico más guapo o misterioso se enamorara de ella, a los dieciocho se casaran y vivieran felices por siempre.

Bueno, ella tenía todo lo opuesto.

No solo durante una noche le había hablado una persona desconocida diciéndole que le gustaba y blah blah blah, después cuando pensó que lo conocería (la, ya que ella ya sabe que es mujer) resultó llegando un hombre viejo y repugnante (No por su edad, si no porque ella pensaba que él era el que estaba detrás de todo) y ella se traumó de por vida. Luego, cuando ya hubo aceptado su terrible situación ¡Terminó por enterarse que aquel hombre no estaba detrás de todo, si no su hijastra, una mujer!

Mía estaba luchando consigo misma.

A ella nunca le había importado la orientación sexual de las personas, nunca había juzgado y, de hecho, cuando Alex salió con ella, se sintió feliz de que su amigo se sintiera cómodo como para revelarle algo tan grande y ella misma le había tranquilizado con el argumento de "Si tú te sientes bien con eso, tienes mi apoyo, tú no eliges de quién enamorarte ¿O si?"

Y es justo en ese momento en que aquellas palabras chocan contra ella.

Tú no eliges de quién enamorarte ¿O si?

No, ella no lo elegía. No lo hacía porque si pudiera hacerlo, ni siquiera estuviera en esta situación, simplemente habría decidido que no le gustaba para nada Zoe y ya. Fin de la situación. Pero no era así.

Pasaron uno, dos, tres días y no fue hasta que en el cuarto día Mía se resolvió a si misma a dejar de ignorar a Zoe y mandarle un mensaje. Aquellos días le habían servido de reflexión y también para aislarse, además, en el fondo le agradecía a Zoe por no haber insistido y por solo haber sentido su mirada sobre ella cada vez que pasaba cerca.

"¿Podemos hablar"

Mía ni siquiera sabía de qué exactamente quería hablar, pero ahí estaba, enviándole un mensaje a Zoe por Facebook. La respuesta no fue inmediata y Mía casi se arrepiente de haber envíado aquel mensaje.

Me está ignorando.

Eso es lo que pensó antes de dormirse.

Cuando dos horas después despertó, se encontró con que su celular tenía una notificación de mensaje.

Buscando lo inolvidable. ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora