Capítulo veinticinco | Boom.

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No habían dormido bien

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No habían dormido bien. Si es que habían dormido, siquiera.

Su amigo estaba mal, algo le pasaba, algo lo atormentaba, lo hería  y aquello no era reciente, ellos podían asegurarlo. Pero no sabían, no lo habían sabido durante aquellos meses y ahora, que Noah se había expuesto a si mismo, se habían dado cuenta de todo. La culpa los embargaba porque no se habían dado cuenta a tiempo, aquello era horrible. Era cierto, sí, que Alex sospechaba, Kat también, pero nunca hicieron nada por él, nunca hicieron nada por averiguar el motivo de sus ojos vacíos, de su sonrisa temblorosa de a veces, aunque Noah trataba de aparentar que era la de siempre.

Lo habían buscado por toda la casa, fue Mía quien encontró una puerta con seguro, ella aseguraba que Noah estaba ahí. Antes aquella puerta no tenía seguro.                                                         Intentar entrar fue, claramente, en vano. Nadie les respondió, ni siquiera les dio una respuesta negativa, su amigo solo no respondió. Durmieron preocupados.

A la mañana siguiente se levantaron tarde, ellos culpaban a la mala noche. Lo primero que hizo Kat fue correr a la habitación donde Noah se encontraba, estaba vacía. Un miedo la recorrió, pero trató de tranquilizarse, no podía ir lejos de todos modos, él quizá había tomado una caminata por la playa para despejarse. Sí, eso era.

Eran un poco más de la una cuando su amigo llegó, tembloroso. Él había salido, pero no a pensar, él pensaba demasiado cada maldito segundo de su vida, había salido para reclamarse, para cuestionarse porque se había puesto así, porque de pronto dejó salir sus emociones, de él. La culpa era de él.

—¡Noah! —Kat lo abrazó cuando lo tuvo en frente y susurró preocupada—. ¿Estás bien, Noah? ¿Qué ha pasado? ¿Qué pasa?

El castaño no le devolvió el abrazo, si lo hacía estaba seguro que se quebraría y lloraría. Él no quería eso, no quería recibir lástima, no de sus únicos amigos.

—Me tomé la libertad de contactar a tu papá para que viniera por nosotros antes de lo acordado, no debe tardar. Será mejor que empaquemos. —Fue lo murmuró como respuesta ante las interrogantes de su amiga, si es que eso era. Él no estaba seguro.

—Noah, hermano, cuenta-cuéntanos lo que pasa. Estuvimos preocupados sabes, no puedes sólo irte así, te pudo haber pasado algo. —La voz de su mejor amigo había salido temblorosa, pero aún así, él no se atrevió a mirar a Alex, no podía.

—Yo estoy segura de que si fuera algo importante, Noah nos lo diría. —Habló Mía cuidadosamente, interrumpiendo el silencio que se había instalado en la habitación—. Es irrelevante lo que siente ahora mismo, lo es ¿cierto? —Mía rogaba para que aquella pequeña provocación funcionase, para que su amigo se exaltase y dijera a gritos lo que sentía. Necesitaban ayudarlo, necesitaban estar ahí para aquel castaño risueño.

—¿Y tú que sabes sobre esto Mía? Tú no haces más que sufrir por estúpidas cosas ficticias, por tus estúpidos libros, tus estúpidas películas y tu estúpido mundo de fantasía, supongo que no sufres ¿eh? ¿Entonces te crees con derecho de decidir si las cosas por las que sufro son importantes o no?

Buscando lo inolvidable. ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora