Capítulo once | Un secreto.

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Estudiar cansaba como la mierda

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Estudiar cansaba como la mierda. En serio.

Llega un punto en donde parece que tu cerebro duele tanto, que comienzas a creer que está siendo golpeado por un martillo o algo así, sientes que ya no puedes, pero debes seguir porque, la verdad, no queda de otra. A menos que quisiéramos jalar algún curso, lo cuál obviamente no era nuestro plan porque nuestros padres eran muy estrictos respecto a eso. Así que aquí estábamos, almacenando información cada vez más, concentrándonos mucho, teniendo la intención de aprobar nuestros exámenes trimestrales con éxito. Porque, claro, eso era lo importante al final de año, lo que nos exigían a diario ¿no? Estudiar, estudiar y seguir estudiando. Pero ¿Cuándo nos deteníamos? ¿Nuestras vidas consistirían en estudiar de por vida? ¿Y cuándo disfrutábamos si nunca dejábamos de estudiar? Aterraba, eso aterraba y definitivamente no era algo que quería para mí y eso estaba bien ¿no? Al fin y al cabo se trataba de mi vida y mientras no lastime a nadie, lo que hiciese daba igual. Supongo.

No fue hasta después de tres horas seguidas estudiando que, tras la iniciativa de Noah, decidimos tomar un pequeño descanso.

—¿Alguien quiere pizza? —Alcé la caja que tenía en mis manos mientras caminaba hacia ellos la cuál habíamos pedido con minutos de antelación.

Noah, Mía y Belle levantaron sus miradas y rápidamente hicieron espacio en la mesa donde estábamos estudiando. Coloqué la caja encima de la mesa y cuando la abrí, todos sacaron su rebanada de pizza rápidamente.

—Oh, sí. —La expresión de placer de Noah era tan gráfica que rozaba lo exagerado y lo hubiera considerado así realmente, si no fuera porque mis dos amigas tenían las mismas expresiones-. Esto si es vida. 

—Detesto estudiar cosas que no puedo memorizar y que no me van a servir de todos modos, mierda —Protesté.

 Quiero decir ¿De qué me serviría química si al final termino siendo un abogado? Exacto, de nada.

—Es decir ¿Todo? —Cuestionó Mía—. Sabes, sólo deberías esforzarte un poquito más, es nuestro último año y debemos tener buenas notas si queremos entrar de manera directa a alguna universidad o algo por el estilo.

—Así que no te presiones, A. —Apuntó Belle, con el pedazo de pizza en su mano, sarcásticamente.

Yo sólo me dediqué a sonreír y a textear una respuesta casi inmediata por mi celular al mensaje que me acababa de llegar, mientras ellos hablaban de algún tipo de cosas irrelevantes. Lo de siempre. No sé realmente cuánto tiempo habré estado inmerso en aquella conversación ni que expresión traía, pero cuando la voz de Mía me sacó de mi ensueño-si se puede llamar así-descubrí que estaba sonriendo como un verdadero idiota. Mierda.

—Alex, ¿Cuándo nos dirás quién es la persona con la que tanto hablas? —Me removí nervioso en mi asiento, bloqueando mi celular sin darle oportunidad a que Noah me arranche el celular, algo que estaba seguro que haría. Todos me estaban mirando atentamente—. ¿Dirás algo o te quedarás mirándonos con tu cara usual de poker fingida? Ni siquiera es creíble, A. Quedan rastros de sonrisa en tus ojos. —Seguí guardando silencio, pero todos me seguían mirando fijamente y sabía que de algún modo la curiosidad que tenían era justificable, porque ya llevaba un tiempo así, ignorándolos de vez en cuando mientras mandaba textos por mi celular.

Buscando lo inolvidable. ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora