Capítulo veintidós | Propuesta.

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¿Alguna vez han oído la expresión "El azul del cielo"? O quizá se han puesto a pensar ¿Por qué le dicen el azul si el cielo no es azul? ¿Alguien siquiera sabe el color exacto del cielo?

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¿Alguna vez han oído la expresión "El azul del cielo"? O quizá se han puesto a pensar ¿Por qué le dicen el azul si el cielo no es azul? ¿Alguien siquiera sabe el color exacto del cielo?

Yo sí.

Es del color de los ojos de Connor.

No era novedad para nosotros que a veces solo me sentaba a mirar sus ojos, amaba hacerlo. Cuando hablábamos y lo hacía reír sus ojos se volvían aún más hermosos, y yo me preguntaba ¿Cómo era eso posible? Claro, no eran sus ojos lo único que me gustaba de él ¿Y como comenzar a enumerarlo? No acabaría nunca, estaba seguro de ello. 

El amor me había pegado fuerte, me había convertido en un absoluto idiota que ocupaba la mayoría de sus pensamientos en Connor y en rememorar los momentos cuando la pasábamos juntos. Fue por eso que cuando aquella tarde él me recogió, estaba tan nervioso. Bueno. Lo estoy cada vez que estoy con él, sin embargo, en esa tarde lo estaba más. 

—¿Estás seguro de esto? —Volví a preguntar con mis manos sudando entre las de él.

—Sí, ¿Tú no?

—No lo sé...¿No crees que sería mucha presión? —Arrugué mi frente mientras desviaba mi mirada de él—. Bueno, para mí. Dudo que pueda entrar, estoy nervioso, Connor.

—No, tranquilo. Creo que será fácil, todo irá bien, te lo prometo. Tranquilo, haré que sea cómodo para ambos. —La voz calmada de mi- de Connor trató de tranquilizarme y despojarme de los nervios. Y lo estaba logrando, casi.

—Está bien, entonces toca de una vez. Acabemos con esto. —Él asintió y tocó la puerta de su casa tomándome más fuerte de la mano para darme algo de seguridad. Agradecí el gesto.

La cuestión era fácil y él había sabido como manipularme para ir a su casa cuando obviamente no quería ir porque, de todos modos, ni siquiera éramos algo oficial ¿Qué se supone que me diría su mamá? Pero había funcionado para él, el día en el que conoció a mis amigos, habíamos tenido un acuerdo previo, él conocía a mis amigos, yo a su mamá. Como si él no se estuviese muriendo por conocer a mis amigos. Aunque llevábamos poco tiempo juntos siendo lo que sea que éramos, él me aseguró que con su mamá nada sería incómodo, ya que su ella era genuinamente muy agradable y cariñosa. Cuando la puerta se abrió, los nervios me atacaron de golpe otra vez, pero la sonrisa tranquilizadora de aquella mujer que se había hecho presente en el umbral de la puerta me hizo entender que no había nada malo en esto, que todo estaba bien. Que todo iba a salir de puta madre. Tal vez.

—Hola, cariño. —Saludó dándome dos besos—. Me alegra mucho al fin conocerte, Alex. Mi hijo me ha hablado mucho sobre ti y, por favor, no se te ocurra llamarme señora ¿si? Lis está bien para mi.

 Connor dio un suave apretón a mi mano, devolviéndome a la realidad y atiné nerviosamente a decir:

—Entonces...es un gusto conocerla, señora Lis. Oh, cielos, perdone. —Miré hacia arriba en busca de normalidad y la volví a mirar. Era un idiota—. Un gusto conocerla, Lis.

Buscando lo inolvidable. ✔ [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora