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Él no dijo nada, sólo me miró y suspiró. El silencio entre nosotros volvió y ahora la incomodidad se hacía presente.
Nos sirvieron la comida y comimos, por mi parte yo sólo miraba a todos lados mientras Levi me miraba por momentos. No podía negar que me sentía intimidada, siempre causaba ese sentimiento de incomodidad cuando te miraba de esa manera.
Gracias al universo mi celular vibró, así podría mantenerme ocupada en la llamada y poder evitar toda aquella incomodidad, pero al ver quién era la persona que llamaba, no pude evitar cerrar los ojos con fuerza y maldecir en voz baja.
No tuve de otra y contesté.
—Hola preciosa —saludó al instante.
—Hola Galliard —traté de sonar lo más normal posible, pero al parecer no sirvió de nada.
—¿Estás enojada? —Preguntó también cambiando su tono de voz.
—No lo estoy.
—¿Entonces por qué no me hablas con más cariño? —Se quejó causándome una ligera risa ante su actitud.
—Hola osito —nos quedamos en silencio por unos segundos y después nos reímos.
