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Llegó a la empresa de los Ral, al ser domingo no habían muchas personas sólo los encargados de la seguridad del inmueble y uno que otro empleado. El rubio ni siquiera tuvo que detenerse en la recepción pues todos lo conocían así que se dirigió rápidamente al ascensor y este subió hasta llegar al cuarto y último piso del lugar.
Dio un par de pasos y ya estaba fuera del cubículo dirigiéndose a la pequeña oficina de su prima. Tocó un par de veces y recibió el pase del otro lado de la puerta.
Al abrirla, ahí estaba la pelinaranja, pero no estaba sola sino que su padre, Aldred Ral, le hacía compañía.
—¿Qué hace usted aquí? —El rubio se puso a la defensiva.
—Negocios familiares —el hombre sonrió con cinismo.
—Lo que yo tenga que hablar con Petra no es de su incumbencia —dijo el menor de los tres.
—Cualquier cosa que involucre a Levi me importa.
El hombre mayor no parecía querer ser excluido de aquella importante conversación que tendrían su hija y su sobrino por lo que insistió tanto en quedarse logrando que Porco accediera a que escuchara lo que tenía que decir.
—¿Entonces? —Preguntó Petra bastante fastidiada. Lo único que quería era terminar su trabajo para irse a casa.
—Están juntos —su semblante se endureció al decirlo.
