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Tal y como le dije a Nathaniel, al día siguiente Porco y yo estábamos preparándonos para ir al parque junto a él.
Eran aproximadamente las tres de la tarde, terminaba de darme unos últimos retoques de maquillaje en la piel cuando escuché a Porco hablar.
—¿Cuándo vas a dejarte ver al natural? —Me abrazó por la espalda y besó mi cabeza.
—Cuando me sienta segura respecto a eso —le contesté mirándolo a través del espejo.
—Pero vamos, te ves preciosa.
Me hizo girar sobre mis pies y me acercó a él con fuerza.
—Que no te de pena tu pasado porque gracias a eso eres una mujer fuerte ahora —besó mi frente.
Asentí ligeramente y nos besamos por algunos segundos.
Pocos minutos después terminamos de arreglarnos y salimos con dirección a la casa de mi tía.
Habíamos quedado con ella de que llevaríamos a Danna con nosotros y así jugara con el pequeño Ackerman. Ella dudó un poco en aceptar pero al final accedió. El niño no tenía la culpa de todo lo que había sucedido entre su padre y yo hace casi cinco años.
Acomodé a Danna en su asiento especial y Porco condujo ahora hasta la casa de Levi estacionándose en la acera.
Tomé a mi sobrina en brazos y caminamos por el jardín hasta la entrada de la casa.