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Levi no había dejado de pensar en la chica, cada día que pasaba se metía más en su cabeza. Sólo tenía tres cosas en mente: el trabajo, su hijo y ella.
Ya habían pasado varios días desde la fiesta sorpresa de Eren y ella seguía evadiendo todo contacto extralaboral con su jefe, pero él parecía no estar de acuerdo con ello, aunque, no hizo nada para impedirlo. Simplemente se mantenía al margen de las cosas, pues estaba pensando bien su próximo acercamiento con la chica.
Nada ni nadie lo detendría.
Toda su vida había luchado por lo que quería, así las personas y su mismo padre y hermana estuvieran en contra de ello, lamentablemente no pudo suceder lo mismo respecto a cierta pequeña azabache hace casi seis años debido al egoísmo, pero no volvería a suceder. Intentaría lo que fuera con tal de volver a tener un poco de ella.
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La chica llegó a la oficina como de costumbre, pero esta vez no habían flores en su escritorio, todo apuntaba a que al fin dejaría de estar rodeada de pretendientes y acosadores.
Por fin van a dejar de insistir. Perdedores ineptos.
Se acomodó en su lugar de trabajo y comenzó con sus labores. Toda la mañana hasta la hora del almuerzo había sido de trabajo, no se despegó de su laptop ni siquiera para saludar a los que entraban a su oficina para dejar documentos o cualquier otra cosa.
