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Su respiración ahora era tranquila, ella dormía plácidamente en mis brazos y aunque no fue del todo un buen momento para ambos, de cierta forma estaba feliz.
Había deseado por tanto tiempo tener a Charisse de esta manera, que por fin mi corazón volvía a sentirse vivo y la tierra volvía a seguir su curso, pero, aún no podía ni siquiera pensar en estar juntos pues ella no había dicho nada al respecto.
Después de unos minutos en la misma posición, ella subió sus piernas acomodándolas en el sofá y se acurrucó en mi pecho pegando su rostro a mi cuerpo. No pude evitar sentir que se me derretía el corazón al verla de esa manera, tan tierna y tan hermosa.
