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—Siéntese, por favor —habló sin voltear a verme.
Me adentré a la oficina y cerré la puerta a mis espaldas, vi todo a mi alrededor era una oficina bastante amplia pero había montones de papeles, carpetas, cajas, rotafolios y mucho más artículos de oficina por todo el lugar, hasta había un escritorio más al otro extremo que también se encontraba totalmente ocupado.
Me acerqué a una de las sillas frente al escritorio donde estaba el hombre y me senté esperando a que me mirara aunque ni yo lo había hecho, me sentía pequeña e intimidada. Seguía viendo todo a mi alrededor con cualquier cosa que pudiera distraerme, sólo se escuchaba el rápido tecleo de sus dedos sobre el computador portátil.
—Discúlpeme —dijo llamando mi atención.
Ambos volteamos a vernos y vi su rostro de confusión al notar mi reacción pues me sorprendí bastante. No era ningún viejo, estaba segura que no pasaba de los treinta años pero tampoco era de mi edad. No sabía si sus ojos eran grises o de un color celeste bastante claro, pero eso sí, eran muy bonitos. Su cabello era negro y largo de su frente que se dividía de un costado dejandolo inclinado hacia el lado contrario.
—He estado muy ocupado y no tener a alguien que me ayude me dificulta más las cosas —comentó—. Ymir me dijo que viene por el puesto de mi asistente.
—Así es señor...
—Nada de señor, no soy un viejo —me interrumpió.
—Está bien, licenciado Colton —recordé su apellido porque Pixis me lo había dicho—. Mi materia es la administración pero anteriormente ya había sido asistente.
—Pixis me había comentado algo así, pero ¿te gustaría contarme más sobre tu experiencia laboral?
—Claro que sí... Estuve trabajando como secretaria en la dirección general de Constructoras Ackerman por dos meses, luego fui ascendida a asistente personal por siete meses más pero tuve que salirme por cuestiones personales. Hice mis prácticas profesionales en la Distribuidora de Materiales Smith y volví a Costructoras Ackerman pero esta vez como supervisora de administración por trece meses.
