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Necesitaba distraerme, no habían pasado ni diez minutos desde que Levi se había ido cuando ya me quería lanzar de la terraza. Me sentía angustiada pero sobre todo desesperada, Porco no se merecía lo que le estaba haciendo e independientemente de cómo fuera Petra ella tampoco se lo merecía, después de todo era la esposa de Levi, llevaban casi cinco años casados y tenían un increíble hijo.
Comí aquel desayuno un tanto desganada, pero obviamente me lo comí todo como me lo había ordenado Porco, además no había nadie más junto a mí para compartirlo y tampoco quería desperdiciarlo.
Una vez que terminé, limpié la mesa y me puse a ordenar el departamento para tener mi mente ocupada en otras cosas.
Limpié la cocina, la terraza y ahora seguí con mi habitación; acomodé ropa, tendí la cama, sacudí los muebles y después me puse a barrer el piso. Me incliné un poco para pasar la escoba por debajo de la cama y al sacarla, algo se vino con ella.
Era una billetera.
Fruncí el ceño y me agaché para tomarla. Obviamente no sabía qué estaba haciendo ahí, ya que no parecía ser la de Porco, así que la abrí para ver de quién podía ser.
Automáticamente lo descubrí, tenía varias tarjetas de crédito, cerca de cinco mil dólares en efectivo y un par de fotografías pequeñas.
La primera era una fotografía de un bebé, tal vez no tenía ni un año de edad. Su cabello era azabache y sus ojos tenían una tonalidad azul; era Nathaniel.
