❝El arte es para consolar a aquellos que están rotos por la vida❞
Vincent Van Gogh
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3 años antes de decidir morir.
Despierto como se ha hecho costumbre todas mis mañanas... En el armario.
Mi madre llega y abre la puerta.
Bajo y empiezo a preparar el desayuno.
Preparo jugo de naranja, tortitas y huevos con tocino.
Sirvo todo y me siento a comer y por primera vez mi madre y padrastro se sientan en la mesa junto a mi.
No digo nada, no quiero hacerla enojar.
Agacho la mirada, trato de evitar los enfrentamientos con ella, pero es imposible.
Termino de ordenar todo y vuelvo a mi habitación.
El día se pasa rápido, planee hoy ver a Theo, pero por alguna extraña razón pensé en no ir. Si mi madre me descubre, juro que me dejara encerrada de por vida.
La noche cae y con ella mil pensamientos me agobian.
Termino de borrar una línea del dibujo y escucho pasos en las escaleras.
Bruno, llegó.
Los pasos se escuchan torpes y ruidosos… está borracho.
Escondí el cuaderno bajo mi cama y apague la lámpara vieja, que se encuentra cerca de mi cama.
Finjo estar dormida, los pasos se detienen y creo que se fue… no es así, minutos después la puerta de mi habitación se abre.
Mi respiración se agita, él no debería estar aquí.
No me muevo, pienso que tal vez eso lo haga retroceder y salir de la habitación.
—Ashleyyyy— susurra y me quita las sábanas— ¿Quieres jugar?— pregunta y noto como arrastra las palabras.
Inmediatamente me levanto y corro a uno de los extremos de la habitación, esta es pequeña y por lo tanto no está lo bastante alejado, como para poder respirar tranquila.
Sigue acercándose, grito, tomando el primer objeto que encuentro a la mano, es un gancho de ropa, sin pensarlo dos veces lo apuntó hacia él.
