❝Si te acuerdas de mí, entonces no me importa si las demas personas me olvidan❞
Haruki Murakami
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Mi corazón late frenéticamente al saber lo que pasará ahora, estoy nerviosa, no me gusta hablar este tema con nadie y contárselo a un desconocido es aún peor.
—¿Vamos?— pregunta Danielle parándose frente a mi.
—Estoy nerviosa— bajo la mirada.
—Esto no será fácil, no te mentire, pero prometo estar a tu lado y Finn también estará. Te quiero y me jode no estar cuando mas me necesitaste, pero ahora no dejare que te lastimen de nuevo— sujeta mis manos y luego me da un abrazo que yo gustosa respondo.
Luego de que me dieron algo de tiempo para asimilar lo que pasaría, mi hermana me pidió que me quedara un par de noches en su apartamento.
Con Finn he hablado por medio del computador de Danielle y ya me hace falta verlo, abrazarlo, aunque hayan sido un par de días, para mi fueron años.
—Vamos— aseguro antes de levantarme del sillón y dirigirnos a la salida.
Al llegar frente aquel edificio lo primero que veo es el auto de Finn, bajó lo más rápido que puedo y me lanzó a sus brazos.
—Yo también te extrañe pelirroja acosadora— murmura contra mi cabello.
—No me llames así— me separo de él y lo miró fijamente— Chico del violín.
—Sabes que no me molesta— afirma sonriente.
—Pero…
—Shhh— coloca su dedo sobre mis labios— Solo a mí me sale, pelirroja acosadora— susurra en mi oído.
—Jodete— me separo de él caminando hacia Danielle.
Al llegar frente a ella sonrie y entrecierra los ojos mirándonos.
—Ustedes… Son ¿Algo?— pregunta señalándonos.
—¿Que? No— digo inmediatamente.
—Pronto— dice Finn antes de abrazarme por la espalda, giro mi cabeza incrédula y él solo sonríe— Es broma, pero si quieres no es broma.
—Eres un jodido idiota— doy un pequeño golpe en su brazo.
—Ok, me confundieron— habla Danielle— La lastimas y no la cuentas— le advierte Danielle antes de entrar al edificio.
Si supiera lo de Theo.
—Ves, hasta ya tengo la bendición de tu hermana— habla burlón.
—No juegues con eso— le advierto y él levanta las manos a manera de rendición.
Me quedo mirándolo a los ojos y me pierdo en ellos, hasta que reacciono y me permito afirmar mi miedo.
