CAPITULO 34 (PARTE 2)

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❝Tenía la sensación de que había alguien esperándome, me equivoque❞

Charles Bukowsky

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—No puedes depender de mí, no puedes poner tu alma, cuerpo y corazón en mis manos, estoy rota y eso nunca cambiará

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—No puedes depender de mí, no puedes poner tu alma, cuerpo y corazón en mis manos, estoy rota y eso nunca cambiará... Estoy tan mal que podría joderte la vida aunque no quisiera— baja su mirada.

—Estoy seguro que no dañaras mi vida, de hecho me diste más motivos para vivirla— la abrazo— Ey, no pienses que me lastimaras o algo asi— sonrio dejando un beso en su nariz— Tu eres lo mejor que me ha pasado ¿cómo puedes llegar a pensar que me harías daño?.

—No se como terminamos mirándonos como idiotas y con nuestras manos entrelazadas, pero no me quejo— recuesta su cabeza en mi pecho y abraza mi cintura— O me volví la favorita de Dios o el universo me quiere a tu lado, pero no me molesta para nada— levanta su cara y presiona su mentón en mi pecho.

—A mi menos, pelirroja acosadora— beso su frente y paso mi mano desordenando su cabello.

—Oh Finn Williams, no acabas de hacer eso— me mira retadora— ¡Con mi cabello no!— chilla y yo empiezo a retroceder— Ahora huyes, cobarde.

Sonrió antes de empezar a correr y al mirar hacia atrás, veo cómo ella me sigue.

Me tropiezo y terminó en el piso riendo junto a ella y con algunas miradas viéndonos como bichos raros.

—¡No te burles! creo que ahora se invirtieron los papeles— ella extiende una mano y yo la tomo y me levanto— Te doy ventaja, corre Ashley.

Ella no lo piensa dos veces y empieza a correr tropezando con algunas personas.

Cuando la alcanzó la tomó de la cintura y ella intenta retroceder la subo a mi hombro mientras rie y pide que la baje.

Luego de un largo día terminamos cansados.

—Sube— señaló mi espalda— Siento que tus piernitas se desvanecerán en cualquier momento— la molesto y ella me mira incrédula.

—Disculpa semidiós que lo puede con todo— hace una reverencia sumamente exagerada, me agacho y ella se sube a mi espalda.

Apenas me levanto ella trata de cruzar sus piernas por mi abdomen impidiendome caminar.

Giro un poco la cabeza y veo como ella tiene los ojos cerrados.

—Si no te relajas no llegaremos nunca a casa.

—Tengo miedo de caer— susurra.

—Nunca te soltaría— eso parece efectivo, ella se relaja y cruza sus brazos por mi cuello y siento como apoya su cabeza en mi espalda.

Parte de una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora