La muerte del angel, el nacimiento del demonio.

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Algo en él no lo dejaba en paz, esa sensación de que algo estaba sucediendo lo ponía nervioso y por demás atento. Dejó de entrenar sin darle explicaciones a Jungkook.  Tomó su teléfono y marcó el número de siempre. Nada, no había respuestas del otro lado.

Yoongi trabajaba en un gran edificio donde una empresa de electrónica era la fachada perfecta para sus negocios reales.
Cada día pasaba allí algunas horas, vigilaba el negocio que igual era redituable y estable. Desde allí también podía manejar los otros "negocios" que correspondían a la mafia. Se lo había enseñado su padre y él había aprendido perfectamente.
Estaba enredado en una conferencia virtual con jefes de todo el país, ocupado en ver los últimos movimientos y que nada se escapara de sus ojos.
Sintió su teléfono sonar pero no atendió, sabía claramente que era Jimin pero no podía cortar a media conferencia para hablar con él. Generalmente cuando no lo atendía Jimin no insistía y esperaba que él  lo llamara sabiendo que seguro estaba ocupado. Le pareció raro que volviera a insistir.
Sin cortar la comunicación con los otros jefes, le envió un corto mensaje avisando que lo llamaría en breve.

Jimin no podía esperar, seguía sintiendo que algo no estaba bien, o pronto sucedería algo. Subió a su habitación se duchó y se vistió de manera cómoda y sencilla. Pantalones de jeans, camiseta blanca y campera de cuero, sus infaltables zapatillas, anteojos y un gorro negro. Salió de su habitación y se acercó a Jungkook.
-Voy a la empresa- informó tomando un juego de llaves de uno de los automóviles que estaban en la cochera

-¿Pasa algo?, te noto tenso- indagó Kookie.

-Quizas solo estoy exagerando pero hay algo que me preocupa y no sé bien que es, solo quiero ver que Yoongi esté tranquilo y sin problemas- explicó subiéndose al mando del auto.

-Te acompaño- dijo Jungkook, acomodó su arma en la cintura y subió de copiloto.

Viajaron en silencio, mientras Jimin prestaba atención al camino.
Su teléfono sonó, dejando ver un número desconocido. Puso el manos libres y atendió.

-Hola-

-Oh, al fin puedo hablar contigo, sabes hay cosas que se arreglan de manera muy fácil, por ejemplo en este momento mis hombres más leales están entrando a un gran edificio donde un muy importante hombre de negocios trabaja sin sospechar nada, imagina que muerte tan tonta, pero fue lo mejor que se me ocurrió- la voz resonaba en todo el vehículo.

Jimin tragó saliva, no estaba cien por ciento seguro pero esa voz la conocía, sabía que la había escuchado.
-Asi que crees que tus hombres pueden llegar a Yoongi sin ser descubiertos antes. Sabes hasta el piso de mi novio hay una largo camino, les deseo suerte a los pobres infelices que se atrevan a cruzar la puerta de entrada- replicó esperando la respuesta ajena.

Jungkook para esas alturas ya había puesto sobre aviso a Namjoon quien se encontraba con Yoongi como siempre.

La movilización dentro del edificio fue instantánea y coordinada. Más gente de la normal se apostaba en lugares estratégicos, hasta dos francotiradores se encontraban ya ubicados en el punto justo desde donde atacar.

Jimin bajó de su auto, dejándolo mal estacionado en el amplio garage subterráneo. Subió el ascensor, el privado que lo llevaba directo a la oficina de su novio sin detenerse en ningún momento.
Entró y vio a Yoongi sentado en su sillón y mirando las cámaras de seguridad. Jimin puso su dedo índice sobre sus labios haciendo que el otro hiciera silencio.
-¿Y bien?, explícame que tienes en mente y por qué- indagó mientras le mostraba el teléfono con la llamada en curso. Namjoon tecleo algunas cosas en su computadora y en cuestión de segundos estaba enlazado con el teléfono de Jimin.

Pequeño Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora