Grand.
Mi manera de afrontar las situaciones incomodas o difíciles era riendo o buscándole el lado divertido a los problemas, algo poco conveniente justo aquí teniendo en cuenta que tenía a la madre de mi hija entre mis brazos con el vestido alrededor de sus muslos y mi erección se estaba clavando a ella mientras solo podía pensar en lo irónico de esto.
Mi hermano sonrió sin poder contenerlo y yo a pesar de la mirada horrorizada de Bailey, comencé a reír. Su mano golpeó mi hombro, la incredulidad reflejándose en su rostro al tiempo que dejaba de apretarse contra mí y terminaba colocando sus pies sobre el piso del baño de visitas en la casa de mis padres.
Nunca había hecho esto, fui sincero. Mis lugares para follar en la secundaria eran hoteles alejados o las casas de mis compañeras de aventura, pero nunca la casa de mis padres. Pero ver a Bailey observándonos desde la distancia con ese maldito vestido que le regalé hace un año y que nunca le había visto puesto, simplemente me alteró. Deseaba a esa mujer a cada minuto del día y ya me estaba preocupando.
—Sal de aquí —musité volviendo mi atención a la mujer junto a mí. Sus manos habían dejado de sostenerse en mis hombros y ahora caían a lo largo de su cuerpo mientras sus ojos se mantenían clavados en mi pecho a la altura de su cara.
Siempre había creído que las pequeñas eran sinónimo de ternura y timidez, pero Bailey era todo menos tímida. Tierna algunas veces, pero tímida no era en lo absoluto. Y algo me decía que la razón por la cual estaba colorada no era por el hecho de que nos hubiesen descubierto, sino por algo más.
Mi hermano no se movió y en su lugar, se apoyó con su brazo en el umbral de la puerta, notoriamente interesado en jodernos la existencia aquí.
—Max...
—¿Desde cuando ustedes dos están fol... —Se detuvo ante la gélida mirada en los ojos marrones de Bailey—. ¿Intercambiando fluidos? —se burló.
—Eso no te interesa —dije recobrando la compostura. Él levantó sus manos en señal de rendición y se giró, pero no se alejó—. Max, por Dios, no eres un niño.
Escuché el suspiro desesperado de Bailey. Era cuestión de tiempo antes de que se alterara y no era lo que quería justo ahora.
—Tengo ganas de mear, y mamá dice que el otro baño está en reparaciones. Pueden terminar en el cuarto de limpieza o esperar a que yo...
—¡Escuché suficiente! —chilló Bailey, apartándome. Dándole una ultima mirada a mi hermano, ella simplemente salió acomodándose el cabello que mis manos lograron despeinar un poco.
Mi hermano me hizo un ademán con su cabeza exigiéndome que saliera y lo hice, pero lo esperé fuera. No se iba a ir de lengua larga con mamá.
El aire abandonó su boca cuando cinco minutos después sus ojos se instalaron en mí esperando contra la pared del pasillo. A pesar de que era tres años menor que yo, parecíamos de la misma edad aquí, y de no ser por el cabello recién recortado, seguirían preguntando si éramos mellizos como siempre desde que cumplió los diecisiete.
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OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITAR
Romance[T-E-R-M-I-N-A-D-A] Llegar a la zona de anotación cada vez es más dificil, din importar que tantos deseos tengas de ganar...porque incluso el mejor jugador se cansa en algún punto del juego. 1. Antología de la serie KOTG 2. Kings Of The Game #7. ...