IV - END ZONE

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Elijah

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Elijah.

La misma rutina de siempre me aburrió en un pasado. Pasaba de una mujer a otra porque simplemente era mi manera de afrontar mi mierda de vida sin detenerme en una misma estación más de una vez. El trabajo se me volvía tan monótono que no me quedaba en una misma ciudad más de un mes.

Estuve bien con ello durante años.

Hasta que esa maldita mojigata entró a mi oficina creyéndose la reina del lugar, gritándome y plantándome la cara sin importarle que su sueldo estable dependía de mi estado de ánimo.

Y al final, si se convirtió en una reina. Pero en la reina de mi mundo. Un mundo en el cual teníamos cinco hijos maravillosos y en donde me valían mierda las malditas desveladas si los tenía conmigo.

—A ver esos dientes. Haz así. —Mi dentadura salió a relucir haciendo reír a la niña recostada en mi pecho, negándose a abrir la boca para su papá—. Eres la princesa de papá, ¿no es así?

Su ceño se frunció sin comprender mis palabras, pero palmeando mi pecho como si fuese un tambor bajo sus diminutas manos.

—Papá. —Se abalanzó sobre mí, gateando hasta llegar a mi rostro y tratando de meter sus dedos en los orificios de mi nariz.

—Quieta ahí, pequeña husmeadora. —Frustrada, intentó bajarse de mí para llegar entonces al control remoto sobre la cama. Mis manos la sostuvieron contra mí, haciéndola chillar de la rabia como siempre que no la dejaba hacer lo que quería—. Ava, deja eso —susurré cuando empuñó mi cabello y quiso tirar de él.

—Ella no salió a mí.

Levanté la mirada, haciendo una mueca ante las palabras de mi esposa entrando. La bata negra de seda que le regalé antes de salir cubría su cuerpo y se encontraba parcialmente atada a su cintura dándole el espacio en la parte de arriba a mi hijo para que succionara su alimento del seno de su madre.

—Él si salió a mí.

—¡Elijah! —Sus mejillas se tornaron coloradas al tiempo que yo soltaba una carcajada, volviendo mi atención por completo a nuestra hija luciendo cansada.

Su gemela ni siquiera reaccionó ante el grito, profundamente dormida a nuestro lado en el espacio de la cama de Vanessa.

—Papi. —Emily apareció en el umbral de la puerta junto a Sara con sus ojos azules bañados en lágrimas, alarmándome. Ambas entraron y se subieron a la cama con cuidado para no despertar a Elissa. No tenía el sueño ligero, pero era demasiado gruñona si la despertaban. Sus hermanas sabían eso.

—¿Qué pasó, mi amor? —Llegó a mi lado, dejando a Sara a los pies de la cama antes de acurrucarse en mis costillas.

—No quiero dormir sola —lloró, recordándonos a Vanessa y a mí lo que sucedía cada que veníamos. A ellas podía gustarles mucho correr por los alrededores, pero cuando llegaba la primera noche en nuestra estadía, invadían nuestra habitación con el miedo a flor de piel.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora