V- END ZONE

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Christopher

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Christopher.

Lana volvió su atención en mi dirección aún con sus manos preparando la cena para todos. Recelosa, me dio una última mirada antes de mirar a nuestro hijo sentado en su silla junto a ella. Abigail no estaba por ningún lado, pero podía escuchar sus chillidos a un par de metros desde su habitación, probablemente buscando la forma de encajarle la cabeza en el torso a la muñeca que había roto hace un par de horas y que no tenía arreglo.

—¿Tú y Lana están...? —Rick no terminó la oración ante el escrutinio de su esposo pidiéndole a gritos que cerrara la boca y no preguntara más de la cuenta.

—Está enojada conmigo, pero ya se le pasará.

Luego de que me dejara durmiendo en el sofá esta noche eso era seguro.

—Tío, mira. —Fijé mis ojos en el niño moreno de seis años a mi lado tendiéndome el muñeco que había armado con sus piezas de lego. Con su cabello castaño y los ojos marrones de Mike, Matteo Gómez Johnson era un niño demasiado curioso queriendo desarmar y armar todo lo que veía—. Se lo quiero dar a Abby.

Asentí, tomando el juguete en mis manos y tendiéndole mi puño para que lo chocara.

A pesar de que había dejado el equipo hacía más de un año, ellos nunca dejaron de ser parte de mi vida. Era el padrino de Matteo y luego del retiro oficial de Rick hace un par de meses, ellos se mudaron a Boston por un tiempo debido a la apertura de una de las sedes del bufete de Mike.

Matteo iba a la misma escuela que Abby así que lo tenía por aquí mucho cuando Lana o yo lo recogíamos al estar mis amigos ocupados. Rick había abierto un restaurante al otro lado de la ciudad para matar el tiempo y en los últimos meses el lugar había sido un completo éxito, al punto de que la idea de quedarse de manera permanente estaba saltando en el aire.

—¿Por qué no vas con ella y se lo das? Está en su habitación. —El chico asintió, tomando el juguete de vuelta y corriendo escaleras arriba en el departamento que Lana y yo habíamos comprado al mudarnos. El lugar quedaba cerca de su trabajo y de la escuela de los niños así que simplemente nos quedó perfecto.

—¿Listo para el Super Bowl?

Sacudí la cabeza, algo nervioso. Nadie estaba del todo listo para el evento en un par de semanas. George nos tenía entrenando lo suficiente como para no ignorar el hecho de que estaba a la vuelta de la esquina.

—Christopher. —Levanté la mirada para encontrarme con los ojos graciosos de Bailey. En su mano, el tarro de mis pastillas para el dolor de cabeza y un vaso de agua me dieron la bienvenida cuando los extendió hacia mi—. Aquí te mandan —se burló.

—Gracias, Bailey —dije provocando la risa de los dos hombres junto a mí.

—¿Por qué está molesta esa mujer? —preguntó Rick sin importarle la mirada de Mike.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora