I - END ZONE

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Erick

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Erick.

Me giré en la cama, alejando de golpe la sabana blanca que solo me acaloraba conforme los minutos pasaban y sentía el calor llenando cada espacio de la habitación.

Jodida Verónica y su manía de apagar el aire acondicionado a mitad de la noche.

Me abracé a la almohada, negándome a abrir los ojos tras apagar la alarma. Mi mujer no estaba en ningún lugar de nuestra cama y mi cerebro me recordó su maldita rutina de ejercicio por las mañanas desde hace un mes. ¿Samantha no entendía el significado de la palabra descanso?

Eran apenas las seis de la mañana. ¡En domingo! Me despertaba a las cinco cada día, por lo menos al final de la semana esperaba no hacerlo tan temprano.

Mi rostro se arrugó al tiempo en que sentí los lametazos recorrer mi mejilla, mojándome parte del hombro a medida que seguían. Maldije en mis adentros, consciente de que por mucho que deseara que se tratase de mi esposa, ella no era.

Abrí uno a uno los ojos, gruñendo al animal a mi lado que se creía con la autoridad de pasar su lengua por toda mi cara como si fuese su maldita pareja.

—Si Verónica te encuentra aquí te hará dormir en el patio —murmuré, clavando mi cara en la almohada, hastiado de despertarme temprano.

¡Solo quería un día! ¿Era mucho pedir?

La respuesta de la perra fue ladrar para luego acostarse en la cama, colocando su hocico babeante sobre mi brazo, humedeciéndolo con su saliva. Petunia lloró ante mi falta de atención como siempre lo hacía cuando nadie jugaba con ella una vez lo exigía.

Estaba vieja, pero eso no quería decir que no tenía la misma energía que el primer día que llegó a esta casa.

—¿Por qué no vas con Jake? El te deja meterte en su cama, ¿por qué tienes que venir a la mía?

¡Genial! Ahora hablaba con la perra.

Su cabeza buscó la forma y terminó en el espacio abierto entre mi brazo y la almohada, mirándome con esos ojos grandes de cachorro regañado que siempre me hacían ceder.

¿Petunia quería ir al parque? Erick, llévala.

¿Petunia quería que le rascaran la panza? Erick, ráscala.

¿Petunia se orinaba en la sala? Erick, límpialo.

Era el esclavo de un animal de cuatro patas que echaba saliva por toda la casa y mordisqueaba mis zapatos incluso cuando no estaban a la vista.

—¿Y Sofía? Ella te deja que muerdas sus muñecas. Estoy seguro de que dejó alguna tirada por allí. —Gruñó, sacándome un suspiro.

Se levantó, mordiendo la sabana y para cuando quise arrebatársela entre el forcejeo terminó rasgada. Verónica me mataría.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora