XII - END ZONE

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Tyson

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Tyson.

El ajetreo en casa era algo a lo que estaba más que acostumbrado. Sin embargo, mis pies sobre la mesa de centro que tanto odiaba no se bajarían ahora ni en unos minutos mientras escuchaba atentamente la receta en el televisor, ignorando a propósito los gritos del hombre a un par de metros que parecía estar volviéndose loco y que acabaría llevándome con él si se lo permitía.

Si a esa histeria le sumaba el hecho de que mi sobrino de trece años no sabía el significado de música a bajo volumen...tenía una casa tres personas, cinco peces dorados y en donde yo era el único cuerdo.

—¡Tyson! ¡¿Qué demonios te llevarás al viaje?!

Suspiré, pasando al siguiente canal para entretenerme viendo como los concursantes en el programa de cocina intentaban cocinar el huevo perfecto.

Ni siquiera le estaba prestando tanta atención, solo quería un minuto de paz. Suficiente tenía con George siendo un dolor en el culo como para estresarme en nuestra casa.

—¡Tyson!

La voz de Isak me sonó más chillona de lo habitual por el dolor de cabeza que tenía desde la mañana. Ir a la última reunión de Paul con diez madres peleándose por la dichosa organización de las elecciones escolares no era en lo que quería invertir mi única mañana libre de la semana. Después de todo, era obvio que mi sobrino iba a ganar esa mierda. Ni siquiera tenía que esforzarse en estar lamiéndole el culo a sus compañeros, era el candidato con la mayor preferencia y ellas lo sabían.

—¡Tyson Jensen!

—¡Isak Jones! —grité de vuelta, apretando los ojos cuando la punzada en mi sien volvió—. No grites ya.

—Tú también estás gritando.

Salté en mi lugar, mirándolo de malas cuando sentí su aliento en mi oído. Este idiota amaba asustarme así. Me bastó con la sonrisa extendiéndose en su rostro para corroborarlo.

Nos habíamos mudado juntos hacía casi un año, las cosas no estaban para que esperáramos más tiempo y todos estuvimos de acuerdo. Conocí a su familia, la cual, resultó ser mucho más alegre y saltarina que él y eso era ya decir mucho. Había muchas risas aquí cuando ellos tres estaban juntos y a Paul le encantaba.

Mi sobrino se había abierto un poco más con la llegada de Isak, sorprendiéndome cuando la barrera que siempre ponía entre él y el mundo cayó. La madre de Isak venía mucho por aquí con eso de que su otro hijo se mudó meses después de que comenzáramos a vivir juntos y había congeniado tan bien con mi madre que hasta había escuchado la palabra "roomies" salir a la luz.

La mujer me había perdonado con el tiempo y luego de que abiertamente dije que era gay, ella volvió a ser quien era conmigo. Las peleas acabaron —algunas—, y eso era bueno. Sin embargo, sabía que tenía miedo de que en algún momento yo explotara otra vez.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora