VIII - END ZONE

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Bradley

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Bradley.

Ella era hermosa.

Sus ojos verdes me sonreían justo a mi lado mientras buscaba refugio en mis brazos, intentando de alguna forma que sus manos llegaran a mi rostro. Su cabello cobrizo un poco más claro que el de su madre me hacía imaginarla en unos años como una pequeña niña pelirroja corriendo por toda la casa y llenando de gritos el lugar junto a su hermano.

Mi pequeña Olivia.

Reí en la tranquilidad de mi habitación, pasando mi dedo índice por su nariz, provocando que sus ojos intentaran buscar el dedo haciéndola reír junto a mí.

—¿Quieres a papá? —Ella se sentó, alejándose un poco y dando palmadas sobre el colchón con fuerza, riendo. Era su pasatiempo favorito luego de morder su ropa.

—Papá.

Mi pecho se hinchó de la emoción como siempre que la escuchaba soltar la palabra. Lindsay seguía consternada porque ella no dijo "mamá" primero como lo hizo Andrew, pero al mismo tiempo, veía la alegría en sus ojos marrones al escucharla llamarme.

Si un día me hubiesen dicho que me iba a casar con esa mujer, y encima que tendría dos hijos y tres perros con ella, definitivamente habría golpeado al idiota y reído en su cara.

¿Quién en el infierno se imaginó que yo, Bradley Cox, me iba a enamorar de la maldita serpiente Lindsay Donovan?

Mucho más aún, que iba a amar tanto a una mini copia suya que no hacía nada más que llenarme de alegría como su hermano. Hermano que no tardaría en despertar de su siesta de las tres.

Olivia no dormía mucho durante el día, era una bebé demasiado energética que no daba mucho que hacer. Ella era feliz con un peluche al frente, tratando de sacarle los ojos. Y era algo parcialmente divertido porque ella se lo llevaba a la boca intentando hacerlo.

—Tenemos que bañarte antes de que llegue tu madre y de paso antes de que tu hermano despierte. —Le saqué la blusa con cuidado y como siempre su respuesta fue lanzarse hacia el frente, sosteniéndose con sus manos al tiempo que mostraba sus pequeños dientecitos—. Tú mamá dijo que el vestido azul, pero te pondré el verde.

Comenzó a hacer muecas con su boca, graciosa, escuchándome hablar. Ella y yo manteníamos conversaciones a menudo desde que nació. Cuando me despertaba en las noches al despertarse, me sentaba en la mecedora de su cuarto y le contaba un par de historias sobre su madre de pequeña. Historias que la madre de Lindsay no dudó en relatarme una vez me tomaron como parte de la familia Donovan.

—Aunque no sé si el que te regaló tu tía Maddie o el que te compré por navidad y que tu madre no quiere que uses hasta mi cumpleaños. —Ella abrió la boca, dejando caer una buena cantidad de saliva sobre la frazada azul que cubría mi cama—. Le echaremos la culpa a tu mamá por eso.

La levanté en mis brazos, apresurándome a bañarla y colocándole el pañal cuando la tuve sobre la cama nuevamente.

El cumpleaños de Shawn era hoy y nos habían invitado desde hacía un mes así que por mucho que le dije a Lindsay que faltáramos ella dijo que no. Mi relación con mi madre había mejorado notoriamente en estos años, aún no me sentía del todo cómodo con la situación, pero había tratado de dejar todo lado.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora