XI - NEUTRAL ZONE

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Grand

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Grand.

¿Fin de semana?

Hace muchos años solo tenía un pensamiento en la cabeza cuando llegaba el viernes. Liberarme de los entrenamientos y salir de bar en bar en busca de alguien con quien compartir la noche y así poder sacar el estrés en temporada de juegos.

Sin embargo, en los últimos años no era lo que más me agradaba de que llegara el fin de semana. Dejar a Lexi en casa de mi madre luego de que le prometiera que le dejaría pintarme las uñas con sus marcadores fue algo difícil. No obstante, era justo y necesario. Mis amigos me habían salvado el culo en muchas ocasiones, era lógico que yo hiciera lo mismo por ellos.

Eso me había traído aquí, con mi auto estacionándose en un maldito club nocturno a las once de la noche en pleno sábado.

Kyle me sostuvo la mirada desde el asiento del copiloto al ver como observaba con frustración el letrero color neón que iluminaba la entrada. Este no era cualquier club. Claro que no. El noventa porciento del personal allí dentro eran hombres que buscaban compañía. Y no de la que yo buscaría en un bar.

Lo respetaba, pero venir a un club gay no estaba en mis planes. Mucho menos en los de Kyle.

—¿Me recuerdas por qué no le pediste a Bradley que viniera contigo? —Saqué la llave, guardándola en mi bolsillo antes de abrir la puerta, pero sin animarme a salir.

—Está cuidando a Olivia y a Andrew —anotó, inhalando y exhalando con rapidez. Sus ojos se entrecerraron en la ventanilla, escaneando a las personas saliendo y entrando del atestado lugar.

Genial.

—¿Estás seguro de que está aquí?

Se encogió de hombros.

—Cuando Sam recibió la llamada seguía aquí, pero lo conocemos, no tardará mucho en irse.

No sabía muy bien que demonios hacíamos aquí, solo había recibido la llamada de Bradley justo cuando estaba colocándole la pijama a Lexi. Me dijo que Tyson estaba hasta el culo de borracho en un bar y que necesitaba que fuera por él. Eso me llevó a llamar a Sam, la única con los contactos suficientes además de Lindsay para averiguar donde se encontraba uno de nosotros en minutos, máximo horas.

Años en esta montaña rusa llena de mentiras lo estaban consumiendo. Cada que alguno de nosotros intentaba hablar con él, solo empeoraba la situación. Al final, la había pagado con la prensa que no lo dejaba en paz, tenía varias anotaciones en su expediente y sin lugar a dudas otro escandalo solo lo iba a sacar del equipo.

Estábamos en un punto en el que la mayoría creíamos que eso era justo lo que quería y se negaba a admitir. Salir. Ser libre. Pero a su maldita manera autodestructiva.

—¿Entras tú o yo? —Suspiró, abriendo la puerta tras quitarse el cinturón de seguridad.

—Vamos los dos. —Me encogí cuando la puerta impactó con fuerza, cerrándose—. Lo siento —me dijo cuando bajé, quedando a su lado.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora