Grand.
Treinta y cinco.
Oficialmente me encontraba en la mitad de mis treinta, rumbo a mis cuarenta.
¿Qué mierda estaba haciendo con mi vida?
Despertarme en una habitación completamente solo a pesar de los cientos de mensajes de felicitaciones en mi celular no era precisamente lo que esperaba el día de hoy. Aunque realmente, no esperaba mucho teniendo en cuenta la monotonía en la que se había convertido mi vida en las últimas semanas.
Suspirando, me coloqué de pie sin molestarme en colocar mis zapatos antes de caminar a la habitación de mi hija. Me alarmé al no verla en su cama siendo apenas las seis, y mi corazón comenzó a bombear con fuerza al no encontrarla en la sala. La televisión estaba apagada y el control remoto justo donde lo dejé anoche tras acostarla en su cuarto cuando se quedó dormida en mi pecho.
No estaba en el baño, en ninguna parte del departamento, pero el seguro en la puerta se mantenía.
El miedo me recorrió como un maldito vendaval al verme sin ella, completamente perdido y sin saber donde mierda buscar.
¿Dónde estás, mi bebé?
Me paralicé en medio de la sala, tomando con rapidez el teléfono al tiempo que escuchaba el estruendo proveniente de mi habitación como si algo de cristal se hubiese roto más allá del lugar donde me encontraba.
No lo pensé, el teléfono cayó y yo corrí, deteniéndome al ver la puerta del baño cerrada a pesar de que a media noche la dejé entre abierta al levantarme para orinar.
El alivio me recorrió por todo el cuerpo y jodidamente agradecí por ser un paranoico nada más y que mi hija estuviese detrás de la puerta.
Mis pies me dirigieron un par de pasos más allá y sonreí aliviado al ver la mata de cabello cobrizo seguida de la sonrisa abierta de mi hija con sus manos sucias de pintura verde. Sentada en el piso del baño junto al retrete, su pijama ya no era blanca sino del color que manchaba sus manos y en medio de sus piernas abiertas un dibujo con muchos colores me recibió.
—¡Feliz cumpleaños, papito! —Apreté los ojos, sintiendo con más ahínco el alivio extenderse por mi cuerpo.
Dios, no me hagas pasar por algo similar de nuevo. Rogué antes de hincarme a su lado, apartando los mechones de cabello que rebeldemente caían por su rostro.
—Gracias, mi pequeña Grinch. —Ella no lo pensó antes de colocarse de pie, pasando del dibujo y abalanzándose a mis brazos. A mi tampoco me importó que sus diminutas manos adornaran mi espalda desnuda de color verde, solo la presioné contra mí dándome cuenta que este era el mejor regalo de cumpleaños que algún día podía llegar a recibir.
Su amor.
Sus buenos días con esa alegre sonrisa que tanto amaba.
Su cuerpo contra mí sabiendo que era mi pequeña niña. Mia para proteger y cuidarla.
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OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITAR
Romance[T-E-R-M-I-N-A-D-A] Llegar a la zona de anotación cada vez es más dificil, din importar que tantos deseos tengas de ganar...porque incluso el mejor jugador se cansa en algún punto del juego. 1. Antología de la serie KOTG 2. Kings Of The Game #7. ...