III - END ZONE

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Emma

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Emma.

Estaba acostumbrada a que me ignoraran. Realmente con tres hijos me había hecho a la idea de que mamá no importaba mucho si los pingüinos de Madagascar o Lilo y Stitch estaban en la pantalla. Y era en esos momentos donde me confortaba saber que mi esposo me esperaba con una sonrisa burlona en su rostro, acompañándome en mi tristeza.

A lo que no estaba acostumbrada, por tanto, era al hecho de que él me ignorara.

Apenas si se había percatado de mi presencia en la habitación dándome un leve asentimiento al entrar tras llegar del trabajo. Los niños estaban dormidos, las maletas para nuestro viaje mañana estaban listas y salí temprano de la clínica para dedicarle mi tiempo a él. Cuando me acerqué para besar sus labios, el beso cayó apenas en el borde de ellos porque ni siquiera se inmutó, completamente perdido en lo que sea que estuviese viendo en la pantalla de su IPad.

Al principio pensé que era una broma, pero cuando me paseé prácticamente desnuda por nuestra habitación, intentando llamar su atención, él ni siquiera se inmutó, preocupándome al instante. Nicholas era de los que saltaba sobre mí incluso vestida. Y no era una maldita diosa, pero... ¡tenía encaje hoy!

Y no cualquier encaje. El que me había regalado el día de su cumpleaños hace casi un año. Su maldito cumpleaños.

—¿Todo bien? —Me cubrí con una bata, caminando hasta él y sentándome a su lado en la cama. Sus ojos verdes lucían cansados cuando se posaron en mí.

Los niños debieron mantenerlo corriendo hoy para que estuviese así. Luego del entrenamiento de ayer, George les dio el resto de la semana libre. Eso nos dejaba un par de días para irnos antes de que todo por aquí se volviera un caos. Los niños en exámenes finales en la escuela, él con sus entrenamientos, el super Bowl a la vuelta de la esquina, el ajetreo en la clínica. Todo se nos juntó.

—Tenemos que hablar. —Le intenté dar una sonrisa a medias, pero más bien salió como una mueca ante sus palabras.

El nerviosismo me embargó. Su tono era cauteloso y decidido, pero al mismo tiempo, cansado.

—Te escucho.

Se acomodó en la cama, dejando el aparato a un lado y dando un par de palmaditas a su regazo, me invitó a sentarme allí. Evité la sonrisa cuando lo hizo, un tanto más aliviada por el hecho de que esto no parecía ser sobre nosotros.

Tenía miedo de que pensara que no le estaba dedicando el tiempo que se merecían y se lo había dicho a Elena. Dejaría de tomar tantos pacientes y en su lugar tendríamos que buscar un nuevo medico que tomara nuestros casos.

Kim estaba llena en el área de ginecología y obstetricia con los nuevos internos, Ross estaría de baja por su próxima maternidad y era necesario que buscáramos alguien más que se nos uniera.

Amaba mi trabajo, pero no me gustaba ni un poco llegar en algunas ocasiones cuando ya nuestros hijos estuviesen dormidos porque las cosas se complicaron y no había nadie que pudiese resolverlas.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora