II - NEUTRAL ZONE

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Grand

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Grand.

Mi rostro se contrajo una vez la humedad salpicó en mis ojos y bajó por mis mejillas al tiempo que mi despertador comenzaba a sonar no tan agradable justo de mi lado de la cama. Abrí primero uno de mis ojos mientras la sonrisa se asomaba en mi rostro al ver los dientes de mi hija recibiéndome mientras su mano sostenía un vaso rojo lleno de agua.

Cerré mi ojo de nuevo, escuchándola reír salpicando gotas de agua sobre mi cara otra vez. Era cuestión de tiempo antes de que comenzara a saltar en la cama, regando toda el agua que estaba en el vaso al hacerlo.

—Uno. —anunció, y sentí la cama hundirse seguido de un ligero tambaleo. Sin embargo, no abrí los ojos otra vez—. ¡Dos!

Esperé dos segundos antes de incorporarme en el colchón y gritar:

—¡Tres! —Mis manos rodearon su cuerpo y sin importarme que el agua me empapara, la senté sobre mi regazo pegándola a mi pecho desnudo al escucharla reír.

Anoche, luego del maratón de los teletubbies, que tuve que ver gracias a ella, no quise llevarla a su habitación. Se quedó dormida en medio de uno de los episodios y yo solo apagué el televisor y me recosté contra ella quedándome dormido minutos después.

—¿Acabas de despertar? —Asintió, dejándome ver sus dientes de nuevo.

Lexi y yo teníamos un trato cuando se quedaba a dormir. Si despertaba antes que yo no se colocaba a vagar por la casa y en su lugar se quedaba viendo televisión o me despertaba a mí, siempre sucedía lo segundo porque no le gustaba estar quieta ni un segundo así que estaba plenamente bien con ello.

A veces me era difícil creer que ya habían pasado más de cuatro años desde la primera vez que la tuve entre mis brazos. Recordar ese día me alteraba al punto que prefería no hacerlo. El casi perderla me devastó por completo y una vez entré al ala de maternidad nadie me pudo sacar de allí.

Como Bailey estuvo débil durante varios días, entraba y hablaba con Lexi sintiéndome jodidamente frustrado al verla conectada a tantas maquinas. Era apenas una bebé que tuvo que batallar por su vida al igual que su madre mientras que su padre solo se podía quedar fuera esperando que todo saliera bien.

Fue la primera vez en años que realmente recé. No quería perderla y tampoco quería que ella perdiera a su madre. Bailey la amaba, tenía mucho amor para darle y solo pude estar agradecido cuando por fin salimos de ese maldito lugar.

Nuestra relación había mejorado con el tiempo, por el bienestar de nuestra hija. Al principio la desconcerté mucho, pero cuando puse mis ojos en esa bebé en la incubadora me juré a mi mismo y a ella que mi hija siempre sería mi prioridad. Era un padre ejemplar y no era por darme bombos. Bailey lo había dicho muchas veces y le creía.

—Ve a lavarte los dientes y luego a la cocina que vamos a desayunar. —La coloqué sobre sus pies en el suelo, sin molestarme en colocarle los zapatos. Ella odiaba usarlos y yo también. No podía exigirle algo a mi hija cuando yo no lo tenía en cuenta tampoco.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora