XIV - END ZONE

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George

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George.

Los nervios impactaban con fuerza en mí conforme pasaban los minutos y no dejaba de observar el marcador al tiempo que mi reloj. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, queriéndose salir con tal fuerza que en cualquier momento tendrían que enviar un paramédico en mi dirección para que me sacara de aquí.

Habían sido las cuatro horas más largas de mi puta vida.

Los había preparado para esto, años con ellos y me bastaba con solo ver la pasión con la que estaban jugando para saber que incluso si los New York Dolphins seguían manejándose tan bien como ahora y terminaban tomando la delantera, ya habíamos ganado algo.

Sin embargo, los nervios no se iban y mis manos ya estaban recriminándome por la fuerza con la que las empuñaba.

Me preocupaba Cox, me preocupaba la caída que tuvo Erick, me preocupaba todo lo que podría generar una amenaza para mi equipo.

Los vi crecer hasta llegar aquí. ¿Cómo el tiempo había pasado tan rápido?

Mis ojos fueron al lugar donde el sequito de niños gritaba junto a sus madres y familiares. Mi esposa me sonrió con nuestro hijo en sus brazos con el rostro pintado de azul y con el apellido O'Brien grabado en su camiseta.

Eran la gran pandilla Boston Devils.

—Si sabes que se va a retirar, ¿verdad? —La voz de Lindsay Donovan sonó ansiosa, pero cuando la miré, sus ojos no se apartaban de su esposo corriendo en el terreno de juego. Sus hijos estaban con sus abuelos observando todo porque ella tenía el cubrimiento especial.

—Y yo lo haré con él. —Rodeé sus hombros con mi brazo, sintiendo como temblaba y el horror figuraba en su rostro.

Bradley no estaba bien. Era lo más sensato por hacer aquí y estaba seguro de que él era el mejor para tomar mi lugar. De todos, era el que más había considerado mi hijo. Los amaba a todos, pero mi relación con él y con Nicholas siempre fue diferente. Tal vez porque fueron los primeros que acogí, o quizá porque estaban tan rotos que creían que nunca iban a poder encontrar los pedazos faltantes.

Mis ojos se dirigieron al hombre con el número veinticuatro grabado en su espalda. Bradley había entrado en el tercer cuarto y yo no sabía por qué mierda accedí a esto. Vi en sus ojos al mismo adolescente que hace más de quince años ayudé y fue por ello que cedí.

Lo estaba haciendo bien, pero el miedo estaba acabando conmigo.

Solo diez minutos más.

Maldito reloj que no avanzaba ni un poco.

Nicholas no detuvo su andar ni un segundo a medida que corría por el campo y por la bestialidad en los idiotas contrarios pensé que no lograría su objetivo, pero suspiré aliviado cuando su balón cayó sobre la zona de anotación y él gritaba, celebrando con todos.

OVERTIME (Kings Of The Game #7) SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora