37: Día de la graduación.

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       —¿Tienes todo lo que necesitas? ¿Estás segura de que no necesitas un bocadillo extra? ¿No vas a tener frío? ¿Qué pasa-

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       —¿Tienes todo lo que necesitas? ¿Estás segura de que no necesitas un bocadillo extra? ¿No vas a tener frío? ¿Qué pasa-

       —¡Mamá, basta, está bien! ¡Vamos, voy a llegar tarde!

        Sakura apartó las manos de su madre, ansiosa por escapar de su preocupación. Estaba mucho más estresada que Sakura y estaba empezando a estresarla también. Fue sólo un examen patético, una formalidad. Los resultados fueron un hecho.

         Al final del día, regresaría a casa como un genin de Konoha, con la diadema firmemente atada alrededor de la cabeza. Estaba más emocionada que ansiosa.

         —Está bien, está bien, pararé...

         —¿Sakura? ¿Aún no te has ido?

         —¡Lo estaría si mamá me dejara! —le respondió a su papá con un suspiro dramático, pero sin enojo. Su madre siempre había sido una preocupada. No iban a cambiar ahora—. Me voy ahora.

         —¡Sakura!

         Sakura puso los ojos en blanco, intrigada por la repentina seriedad de su madre. Se volvió para mirar a sus padres de pie bajo el porche, mirándola.

         —Nosotros... no siempre hemos sido... tan solidarios como deberíamos haberlo hecho. Pero estamos muy orgullosos de ti, Sakura.

         Como reflejo, se llevó una mano a la mejilla. La cicatriz se había desvanecido mucho, pero todavía era visible, todavía tirando un poco de la comisura de la boca y la piel debajo del ojo, haciendo que su rostro fuera un poco asimétrico, un poco extraño. A ella no le importaba mucho. Muchos shinobis tenían cicatrices, en la cara o en otros lugares, y cuanto mayor se hiciera, menos peculiar sería la suya. A estas alturas ya estaba acostumbrada, la característica era tan normal como su nariz o su gran frente. Ni bueno ni malo, solo... ahí.

         Sus padres tampoco lo miraban mucho. Curiosamente, les había costado más acostumbrarse al pelo corto. A ella le gustaba de esa manera. Eran apenas lo suficientemente largos para que ella los recogiera en una pequeña cola de caballo en la base de su cráneo si quería. Se quedaron en todas direcciones a pesar de su mejor esfuerzo por domarlos. Sin embargo, Ino dijo que se veía elegante.

Lanza La Moneda  [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora