· Día 08: Princesa y Caballero AU ·

881 102 213
                                    

· HAGAMOS UN ROBO ·

Alya Cesáire, informando para el noticiario nocturno—. Habló una reportera de tez morena, cabellos rojizos y anteojos. —La delincuencia asalta a la ciudad de París con la aparición de una dupla de ladrones conocidos como "La Princesa Rosa y el Caballero Negro". Lo poco que se conoce de ellos es que se tratan de un hombre y una mujer de no más de veinticinco años, usan trajes donde ella asemeja el estilo de una princesa y él un gato negro y que son asaltantes experimentados, capaces incluso de eludir grandes sistemas de seguridad.
»Su último ataque fue en las instalaciones del piso número trece de la Torre Montparnasse en donde robaron algunos equipos de tecnología. Como ultimátum dejaron un mensaje aludiendo que su siguiente lugar a parar sería la habitación de Gustav Eiffel, ubicada en el tercer piso de la Torre Eiffel. Nos indican que la policía ha rodeado el área y que estarán atentos a todo movimiento. Seguiremos informando.

. . .

La Princesa Rosa y el Caballero Negro, o más bien entre ellos Marinette y Adrien, trataban de no reír mientras observaban el noticiario nocturno desde el teléfono de él, una vez ya encontrándose dentro del Museo del Louvre. Aquél rollo de que irían a la Torre Eiffel sólo fue una mera distracción que inventaron, para no tener a los policías sobre ellos en aquél robo, necesitaban que todo resultara perfecto.

Ya eran conocidos a nivel nacional por todos sus robos, y si bien nunca los habían pillado sino hasta mucho después de los mismos, tanta atención sobre ellos era peligrosa. Pero esa noche debían efectuar un nuevo robo sí o sí.

—De acuerdo Princesa, debemos movernos si queremos conseguir lo que tanto anhelas—. Habló el rubio.

—Usted sólo sígame, mi Caballero—. Pidió la azabache, divertida.

Ambos, con rapidez pero a la vez sigilo, los dos ladrones se dirigieron a la sala en donde estaba el objetivo que buscaban. La emoción de por fin tener aquellos objetos los hacía ir con tanto apuro que casi se olvidan de su plan de respaldo para pasar desapercibidos.

—Espera, alto—. Habló la Princesa Rosa.

Con señas, le indicó al Caballero Negro una vasija antigua que estaba protegida por un cubo de cristal, sin mencionar el sistema rayos láser invisibles que lo rodeaba. El ojiverde entendió lo que ella quiso decir, sacando de uno de los bolsillos de su traje una canica enorme.

Usando la misma serie de movimientos que un lanzador de béisbol, el Caballero Negro lanzó la canica hacia el cubo de cristal, logrando que quedara hecho añicos al instante, tanto el cristal como la vasija, y así activando el sistema de seguridad. Ambos ladrones se ocultaron a la par que observaban como los guardias de seguridad aparecían en el sitio, todos preguntando qué había pasado.

Aquella distracción les daría suficiente tiempo.

—Vamos—. Susurró la Princesa Rosa, tomando la mano de su compañero para salir de allí e ir hacia la exhibición que buscaban.

No tardaron mucho en llegar al sitio pues antes se habían asegurado de trazar el camino más rápido para llegar a la sala, y también unas posibles vías de escape rapidas por si tenían impedimentos.

Cuando llegaron a la la sala correspondiente, la Princesa Rosa no hizo más que sonreír ampliamente, muy feliz.

Hace unos días llegó al museo una misteriosa caja procedente del Tíbet, China, en la cual se encontraban una serie de joyas muy peculiares, a las cuales se les había dado mucho valor. Por el aspecto de cada una parecían representar a un animal específico y cada una tenía una increíble originalidad. Pero las joyas que habían llamado la atención de los ladrones eran las que aparentemente eran las principales en todo el juego: Unos aretes de catarina y un anillo de gato negro.

Another Night on the BalconyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora