EPILOGO

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Los meses habían pasado demasiado rápido, demasiado, en opinión de Camila. 

Mucho había cambiado en ese tiempo. 

Camila y Benjamin habían asumido que estarían juntos durante toda la escuela, ya que después de un juego, donde la escuela ganaron, Rojas se propuso besarla y levantarla en medio del campo.

En ese momento no le importaba mucho, ya que estaba contagiada por la alegría del chico, pero al día siguiente, cuando recibió miradas extrañas de algunas personas, oh, eso realmente la molestó. 

Sin embargo, como siempre, Benjamin estaba a su lado, demostrando que lo único que importaba allí era ella.

La gente comenzó a ignorarlos después de un tiempo, su relación con Benjamin crecía cada vez más, conocía diferentes lados de Rojas de los que nunca hubiera soñado que era capaz, o que podría ser así. 

Nunca imaginó que Benjamin Rojas amaba las películas que tenían animales y que se emocionaba cuando les pasaba algo, me di cuenta cuando lo obligué a ver Marley and Me en un síndrome premenstrual, donde Rojas se emocionó con la despedida del perro.

Pero, después de todo, ¿quién no lo haría?

El chico era un compañero increíble, no menos porque, nunca se habían sentado a hablar de su relación, o mejor dicho, a darle un título a lo que tenían, solo si sabían que estaban juntos, de verdad, pero no se sabía si se trataba de citas. o no.

A veces Camila pensaba en hablar con Benjamin al respecto, pero otras veces simplemente dejaba que sucediera. 

Y en eso, habían pasado meses y finalmente había llegado su graduación.

Se retocó el maquillaje y el peinado y sonrió ante lo que vio. 

El vestido largo con abertura en el lado derecho resaltaba el cuerpo debajo de los tacones altos, el busto cerrado de encaje resaltaba el cuello, el color rojo resaltaba su tono de piel. 

Su cabello estaba suelto y ondulado y su maquillaje resaltaba sus ojos.

Agarró el reloj y bajó las escaleras, porque sabía que Benjamin ya la estaba esperando en la sala.

- ¡Guau! ¡Estás muy linda!- la voz de Benjamin sonó incluso antes de que llegara a los escalones inferiores.

- ¡Tampoco estas tan mal, Rojas! - Hablé mirando al rubio con un traje pulcro y con una corbata a juego con el color de mi vestido, marsala.

Con una sonrisa cantarina, Benjamin se acercó, sin importarle la mirada intimidante de su padre sentado en su sillón favorito, al fin y al cabo, para Juan Carlos, Camila seguía siendo solo su pequeña y Bordonaba estaba segura de que seguiría pensando así para siempre.

Sosteniendo la mano derecha de Camila, Benjamin colocó el ramillete de rosas blancas en su muñeca después de darle un beso en el dorso de la mano.

- Que caballeroso. - bromeó.

- Aún no ha visto nada, señorita Bordonaba- Benjamin contraatacó dándole un guiño.

La mirada de Benjamin era tan intensa que por un momento Camila olvidó cómo respirar. 

Estaba acostumbrada a ese tipo de mirada, sin embargo, esa noche todo parecía más intenso que antes, tal vez fue porque el próximo verano ya no serían solo estudiantes de secundaria, sino universitarios.

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