Capítulo 4

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Después del baño, me cambiaron de habitación, me habían colocado a una privada con más comodidades. La enfermera me había puesto una bata muchísimo más suave y tersa que la anterior, me cambió el suero, me dio de beber y de comer, y me había arropado.

Me había dicho que lo estaba haciendo muy bien. De cierto modo me sentía menos miserable.

- ¿cómo te llamas? - pregunté mientras comía un poco de gelatina. La mujer me volteó a ver y me sonrió.

- Yeri, ¿y tú? - dijo mientras encendía la televisión de la recámara.

- Lalisa. - dije mientras comía otro bocado de aquella masa gelatinosa de color rojo.

- ¿qué música te gusta, castaña? - preguntó amablemente mientras abría spotify en el televisor.

- pon la de "red bone", es muy buena. - dije con una débil sonrisa. La joven enferma asintió.

- no lo sé, no creo que tengas buenos gustos. - dijo burlona. Me reí un poco, pero el dolor en mi abdomen me hizo parar en seco. - tranquila, no mueras antes de que escuches mi crítica. - dijo amistosamente, pero la vi seria y un tanto triste. - lo siento, yo... Mejor escuchemos. - dijo y reprodujo la canción.

(si no conocen la canción, se las dejé arriba <3)

Tan pronto comenzó la canción, cerré los ojos y respiré hondo, era una de mis canciones favoritas y siempre era bueno disfrutarla.

- ¿Te gusta mucho, no? - preguntó la enfermera desde una silla al lado de mi cama. Abrí mis ojos lentamente y le sonreí un poco.

- sí, mi hermano me la enseñó hace mucho. - dije con un poco de nostalgia. - solíamos coleccionar discos de vinilo. - dije volteando a ver a la televisión.

La enfermera me vio expectante y se limitó a tomarme de la mano en señal de apoyo.

- ¿y qué pasó con él? - preguntó dudosa. Suspiré y la volteé a ver.

- el murió hace tres años, era militar. - dije en voz baja. La joven enfermera me dio un apretón y musitó un débil "lo siento tanto". - sí, no te preocupes. - dije y me volteé para dormir.

Yeji había puesto otras canciones que no eran de mi agrado, pero se le veía alegre y, de cierto modo me contagiaba su felicidad.

- ¿qué pasó con la otra enfermera? - pregunté curiosa aún con los ojos cerrados. La joven me volteó a ver.

- bueno, ella... - dijo nerviosa. - no quiso atenderte, así que me ofrecí. - dijo con compasión.

Una lágrima cayó de mis ojos, tragué y suspiré.

- entiendo. - dije con dificultad y me dispuse a dormir.

El día transcurrió demasiado lento, los doctores seguían haciendo exámenes de todo tipo, me cambiaban las sábanas cada tres horas y de vez en cuando alguien venía a leerme algún libro sin relevancia.

Al día siguiente...

Abrí los ojos por la luz del sol, en mi habitación había un ventanal grande, por lo que era casi inevitable que los rayos anaranjados del sol no me pegaran en la cara.

- buen día, castaña, hoy toca ir a terapia. - dijo Yeji desde aquella silla. Bostece y me quejé un poco. - sé que no te gusta, pero es necesario. - dijo mientras leía algo.

- ¿hasta cuando me iré de aquí? - pregunté irritada. Mis huesos dolían y mi cabeza me zumbaba.

- te faltan dos días más, descuida. - dijo tranquilamente sin mirarme. - te transferirán a un hospital en Inglaterra. - dijo para concluir.

Discos de vinilo [ Jenlisa +18 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora