Capítulo 31

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- comer chuches te hará mal. - habló una voz en la puerta de la cocina. Giré mi vista hacia el sonido y sonreí amistosamente.

- oh, no son para mi. - dije nerviosa. - Jennie ama estos dulces, así que le llevaré algunos, y sus sobrinos me pidieron aquellos, así que. - dije encogiendome de hombros.

Luego del brindis, la cena concurrió normal. Risas, pláticas animadas, algunos temas serios, y más risas.

En cuanto a Jennie y yo, pues sinceramente había pasado mucho. Dos años desde aquél horrible día, dos años desde que arrestaron a Jackson y a su mafia.

Era increíble, realmente lo era; nunca había imagino una vida sin esa cárcel, nunca me pensé como un ser humano merecedor de afecto sincero, simplemente me persivía como alguien remplazable. A decir verdad, el juicio fue demasiado sencillo, condenaron a todos a pena de muerte, pero tanto Jennie como yo, decidimos darles cadena perpetua y eliminar la pena de muerte, pues sufrirían más estando vivos. Darles la muerte era un jodido regalo.

- eres Lalisa, ¿no? - preguntó la mujer a mi lado, sacándome de mis pensamientos. Asentí. - ¿haces mucho ejercicio? - preguntó atrevida, viéndome los abdominales.

- un poco, si. - dije incómoda. Me apuré en recoger todos los chuches.

- supe lo que viviste, en verdad lo siento. - dijo acercándose de a poco hacia mi. Juguetonamente agarró tela de mis pantalones, haciendo todavía más incómodo todo.

- no te preocupes por eso, ya tiene bastante. Casi tres años. - agregué, mientras buscaba con la mirada a Jennie, la cual estaba platicando pacíficamente con sus padres. Mierda.

- ¿te gustaría ir por un trago? -

- no. - dije a secas. - no tomo, pero muchas gracias. - dije, intentando componer mi respuesta a una más educada.

- me gustan tus manos, son muy... femeninas. - susurró muy cerca de mi cuello. Apreté los ojos y mandíbula. Por favor, aléjate de mi... pensé. - y tus labios, sexys. -

- amor, ¿necesitas ayuda con los dulces? - la voz de Jennie me hizo abrir los ojos tanto como un pug. - oh, veo que sí la necesitas. - dijo seria, colandose entre la pelinegra y yo.

- iré por alcohol, ¿alguna quiere algo?.- preguntó incómoda la mujer, lo último lo dijo más por compromiso que por realmente ofrecernos.

- no, mi novia no bebe, y yo ya tengo whisky en mi mesa. Gracias. - habló Jennie irritada, tratando de contener los celos. La pelinegra asintió y salió como rayo de la cocina.

Solté un aire pesado de mi garganta, y me aproximé a cerrar la puerta de la cocina con seguro.

- Jen, te prometo que ella se me acercó. - expliqué en súplica. - me atosigó y no supe qué hacer. - agregué con la voz apunto de romperse.

- lo sé, mi amor. - dijo, soltando su respiración. - sé que no querías ni intentaste nada con ella, y por eso mismo estoy irritada, porque debes aprender a ponerle límites a las personas. - dijo seria, saliendo de la cocina sin siquiera rozar conmigo.

- límites. - repetí para mi misma.

Salí de la cocina a paso veloz, siguiendo a Jennie, quien sinceramente parecía toro. Realmente estaba molesta.

- Jen. - la llamé ligeramente. Inmediatamente se frenó y puso toda su atención en mi; pude notar lágrimas en sus ojos. - aprenderé a poner límites. - dije, atrayendola hacia mi en un abrazo.

- me lastima ver que no hagas nada cuando se te acercan así, ¿entiendes? - dijo, aún con su cara en mi pecho. - sé que me amas, pero me hace sentir tan jodidamente insegura. - se asinceró, levantando su cabeza para verme a los ojos. Pude leer su tristeza.

Asentí.

- y estás en tu derecho de sentirte asi, Jen. Perdóname, haré lo que debí haber hecho desde un principio. Poner límites. - le dije con decisión. - te amo. - besé sus labios en un periodo de tiempo corto. - mucho. - le di otro pico. Y otro. Y luego otro. Y otro más.

- te odio, jamás puedo estar enojada contigo ni dos segundos. - sentenció mientras atacaba mis labios con los suyos. Sonreí entre en beso, haciendo que nuestros dientes choquen ligeramente.

- ¿quieres ir hacer algo mañana? - pregunté animadamente, aún estando muy cerca de sus labios.

- ¿qué tienes en mente? - contestó con una sonrisa, mientras limpiaba un poco de su labial en mis labios.

- hm, estaba pensando en ir a algún museo. - agregué dudosa. - o quizá te apetezca quedarnos en casa y dormir hasta tarde. Yo haré el desayuno por ti. - susurré para besarle de nuevo. Asintió animada.

- me gusta ese plan. - rió.





Nota del autor:

¡Hola! Lo que les prometí, capítulos seguidos.

Vengo con noticias buenas y malas: la buena es que a partir de mañana, los capítulos serán largos; espero no les moleste o se cansen de leerlo:(.
La mala es que solo quedan cuatro capítulos más (si no estoy mal) incluyendo el epílogo.

Espero no me odien mucho, jajajaja.

A todo esto, muchas gracias por apoyar mi primera historia. Sé que tiene fallos en redacción y trama, pero les aseguro que mejoraré en la próximas historias (ya tengo en proceso tres más, e intentaré publicarlas ya terminadas todas, así leen de corrido y no me asesinan por no actualizar).

Les deseo bonitas madrugadas, buenas noches.

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