Capítulo 26

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Pov Jennie.

Su móvil no dejaba de vibrar en todo el trayecto a su departamento, se le veía nerviosa y ansiosa, sudaba y su labio sangraba por mis golpes.

Maldita imbecil, pensé.

- ¿no vas a contestar? Parece importante. - dije sin ganas de seguir escuchando el estúpido ruidito. Me volteó a ver asustada y asintió repetidas veces.

- oh, Dios mío. - dijo alarmada. - a-quí déjame. -

Y sin ganas de discutir, paré, entonces la ví bajarse lo más rápido que pudo, olvidando en el asiento sus gafas de sol y una nota bien doblada bajo ellos. Arranqué sin verla, me fui apenas la perdí de mi vista, lo único que quería hacer era tener una ducha tibia y dormir, ni siquiera quería llorar, solo... no quería sentir.

Estacioné mi auto en mi edificio, bajé sin mucha prisa de el y caminé hacia recepción. Habían al menos ocho oficiales haciendo preguntas a todos los presentes, listones de precaución se encontraban en todos los pasillos de la planta baja, y lo que parecía ser un cuerpo cubierto de una lona negra. Fruncí el semblante extrañada.

Al llegar a mi departamento, dejé mi bolso en el sofá, me retiré los tacones y caminé a la nevera por una botella de vino, cogí toscamente un plato y lo dejé como pude en la isla de la cocina.

- carajo... - dije al golpear mi cabeza con una gaveta. Saqué un par de servilletas y las acomodé a un costado de mi plato.

Entonces vi hacia las escaleras, y mi mente me invadió de recuerdos. Lloré como idiota.

- Lalisa Manobal, la muchacha de voz débil y de carisma encantador había resultado ser una farsante de mierda - Dije irónica mientras destapaba la botella de vino y le daba un trago. - ¡jódete, hija de perra! - grité.

Entonces llamaron a la puerta. Maldije.

- policía de Londres, ¿usted es la señorita Ruby Jane Kim? - dijeron apenas abrí. Asentí. - queda bajo arresto por ser sospechosa en la muerte de la señorita Perry Edwars. -

- ¿qué mierda? - dije desentendida, pues ya habían colocado las esposas en mis muñecas y estaban entrando tres oficiales más a mi departamento, removiendo y alterando todo.

- tenemos la orden de revisar su departamento y el de la señorita Pranpriya Manobal, pues sabemos que ella también fue mencionada. -

Parpadeé varias veces, era demasiada información qué procesar. ¿Qué mierda?

- señorita Kim, usted tiene derecho a guardar silencio, así como externar sus dudas solo en el tribunal. Si tiene un comportamiento erróneo, tenemos permitido usar armas inmovilizantes pero no letales. - dijo el oficial con postura rigida y semblante serio. Asentí sin opción.

Me trasladaron a una patrulla, en el camino hacia ella, las personas en el edificio me veían con decepción, es decir, ¿una psicóloga de veintitrés años caminando con unas jodidas esposas en las muñecas, culpada por asesinato? Ya va, normal que me vean así. Dolía, en verdad dolía.

Todo era sumamente estúpido, estaba consciente de que no mate a nadie, todo el maldito día me la pasé con Lisa, estuvimos en el hospital... ¿Por qué la quieren a ella también? ¿Lalisa tendrá que ver con esto? ¿Ella es una asesina?

Me subieron al auto sin mucha delicadeza - auch - dije, pero todos ahí parecían importarles una mierda mi estado físico. Manejaron a una velocidad elevada, llegamos al departamento de Lalisa en cuestión de minutos.

- general, Horan, quédese con la sospechosa, iré a sacar a la otra. - maldijo sin muchas ganas el jefe de cadetes. Asintió aquél hombre de complexión media y cabellos rubios.

Discos de vinilo [ Jenlisa +18 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora