Capítulo 11

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Las dos nos mantuvimos en silencio durante todo el tiempo que comía. Jennie se llevaba la mano izquierda a su estómago en repetidas ocasiones. Tenía curiosidad de preguntarle el porqué.
Me llevé el último trozo de pan a la boca, mastiqué tan lento que mi mandíbula dolía.

- ¿terminaste? - preguntó con una sonrisa amigable, se llevó una mano al cabello y se lo peinó. Asentí y bajé la mirada avergonzada. - ¿quieres ir a acostarte en mi cubículo? No es muy cómoda la camilla, pero es bastante buena. - dijo mientras soltaba pequeñas risitas. Sonreí de lado.

¿Cómo era posible que fuera tan linda?

- gracias, estoy bien así. - dije no muy interesada en hablar. Me levanté con mis trastes en mano, sentía cómo me temblaban los brazos, mi falta de fuerza hizo que los dejara caer al suelo, causando un estrepitoso ruido. - mierda, Jennie, lo siento, yo... - dije mientras salían lágrimas de mis ojos a la par que intentaba recoger los trozos. Llorar ya era parte de mi día a día. Me sentía tan inútil.

- no, no, está bien, ¿Tú estás bien? ¿Te cortaste? - dijo de manera inmediata, interrumpiendome educadamente. Negué con la cabeza y me eché a llorar un poco más fuerte, era lo único que sabía hacer. - no llores, ya lo recojo, ¿si? Solo son platos. - dijo mientras se agachaba para coger los trozos de porcelana.

Mis manos temblorosas intentaban levantar pequeños pedazos, pero era inútil. Jennie se dio cuenta de esto, por lo que suspiró y me vio a los ojos, apretando los labios con dulzura.

- eres linda incluso llorando. - susurró, devolviendo su atención a la basura causada por mi. Su intención era que lo escuchara, o puede que no, pero lo había escuchado.

Se levantó con cuidado, se dirigió al bote de basura y depositó los vidrios rotos en él. Me levanté torpemente y limpié mis lágrimas.

- ¿lo crees en serio? - pregunté aturdida. Jennie paró en seco, se giró hacia mí y me devolvió la sonrisa.

Bajé la cabeza, su mirada era tan intensa que me había congelado por completo. ¿Causará ésto a todos o solo a mi?

- creo que deberías hablarle a tu mejor amiga para que venga por ti, Lalisa. - dijo entre risas. Levanté un poco la vista, pero la bajé de inmediato al ver que seguía su mirada fija en mi. - ¿O prefieres hablarle a alguien más? - dijo dubitativa.

- no, iré a mi departamento. - dije desganada. Me hubiera gustado platicar un rato más, pero al llegar sin cita, ya era demasiado con el hecho de que literalmente me había bañado y comido su desayuno.

Jennie frunció las cejas en modo de confusión, se llevó una mano al cuello a la par que caminaba hacia mí.

- pensé que había dicho que vivías con tu madre. - dijo no muy convencida. Suspiré y caminé un poco lejos de ella, tenerla cerca era un tanto ¿extraño?

- el departamento es de Jin, bueno, era de Jin. - dije con tristeza la última parte. - ahora es mío, me lo dio. - hablé con agobio. La psicóloga me vio incluso más confundida, pues no le había contado la parte en la que mi hermano había sido brutalmente asesinado.

- de acuerdo, te llevaré a tu departamento entonces. - dijo mientras tomaba su saco del perchero, caminó hacia la puerta y cogió las llaves de su auto.

Si les soy sincera, me sorprendió el hecho de que no me haya preguntado sobre Jin, la gente solía ser un poco intensa con ese tema. Con Jennie fue diferente, ella parecía entender las cosas con sólo verme a los ojos. Como si me conociera.

- ten, ponte el abrigo. - dijo mientras me extendía la prenda que había tomado. Negué rotundamente, no dejaría que ella saliera sin su abrigo. - Lalisa, mírame, ¿si? - dijo en un suspiro rendida. Me tomó la cara con sus heladas manos, pero fue un tacto tan delicado que sentía que flotaba. - ¿podrías dejarme cuidar de ti solo por hoy? - dijo mientras pegaba su frente con la mía. Fue un gesto demasiado extraño, no estaba acostumbrada a esto, pero me sentía tan plena en sus brazos. - solo ponte el abrigo. - terminó de decir. Se alejó un poco de mi y depositó un ligero beso en mi frente. Fue un poco cómico, por era más bajita que yo, pero no dejó de ser tierno.

Parpadeé varias veces, mis mejillas ardían de la pena, estaba segura que estaba ruborizada. Jennie rió bajito y me sacó un poco la lengua.

Saqué un poco de aire por la boca, tomé la prenda y me puse con cautela. Jennie caminó hacia la cocina, abrió la nevera y cogió dos botellas de agua.

- ¿lista? - preguntó mientras caminaba hacia mí de nuevo. Asentí un poco aturdida por lo anterior aún. - bien, entonces súbete a la camioneta. - dijo alegremente mientras abría la puerta del consultorio.

Al salir sentí la brisa fría de Inglaterra, el cielo estaba nublado, las calles vacías y una Jennie temblorosa a mi lado. Sonreí un poco por su condición, era obvio que se estaba muriendo de frío.

- Jen, ponte tu... - traté de decir a la par que me quitaba la prenda. Pero Jennie me lo impidió.

- ¡no! Estoy bien, ¿si? - dijo mientras me abría educadamente la puerta del copiloto. Ella rodeó el auto y subió. - perdón por el desastre, éste auto es el que usamos todos los psicólogos para emergencias, el mío lo dejé en casa de mi mejor amiga. - dijo un poco preocupada a la par que intentaba acomodar algunos papeles. Se veía muy tierna sentada en una camioneta del doble de su altura.

- gracias por darme tu abrigo, Jen, en realidad... - dije en un susurro penoso. Sentí mis mejillas arder por enésima vez, estar al lado de ella e era tan, ¿diferente? - nadie nunca se había preocupado por mi de esa manera, en serio, gracias. - dije mientras intentaba verla.

Jennie apretó los labios reprimiendo una sonrisa, cerró los ojos por un período corto de tiempo y sonrió de dientes. Tenía la dentadura perfecta, sus dientes era pequeños, sus mejillas se tornaban un poco más regordetas cuando sonreía.

- acostúmbrate entonces, Lisa. - dijo mientras arrancaba el auto. Fruncí un poco el ceño por lo que había dicho, pero tengo que ser sincera, el apodo que me había dado sonaba mil veces mejor en ella que en cualquier otra persona. Es como si ella realmente mereciera llamarme así.

Discos de vinilo [ Jenlisa +18 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora