Pov Lalisa.
Mis brazos comenzaron a sentir frío, por lo que subí mis pies a mi asiento y abracé mis piernas en un intento de buscar calor.
- ten, colócate esta manta. - dijo una voz al lado mío, a la par de que me entregaba alguna especie de cobija. Tenía demasiado sueño como para analizar en dónde estaba, así que simplemente me arropé.
Por el sonido de la ciudad, supuse que me encontraba en un auto, pues el motor y la el movimientos del mismo, se resumía a eso.
- iré por café, ¿quieres algo? - preguntó la voz de una mujer. Su timbre era tranquilo y comprensivo.
Parpadeé lentamente intentando enfocar mi vista, me acomodé un poco en mi asiento y entonces me dispuse a ver a detalle el rostro de la persona que manejaba.
Cómo si de una película de terror se tratase, comencé a sentir desesperación y ansiedad, pues me costaba muchísimo ver con claridad. Todo era tenue y borroso. Incluso la luz.
- lalisa, tranquila, soy yo, Jennie. - dijo aquella chica de cabello lacio. Poco a poco fui reconociendo su rostro, y con ello, mi respiración fue calmandose.
En sus facciones podía ver preocupación y cariño. La manera en la que me veía me hacía sentir tan fuerte y especial.
Sonreí.
- Jen... - dije muy bajito. Ella colocó el freno de mano, para después tomarme de las mejillas con sumo cuidado; se fue acercando lentamente, y lo que parecía una competencia de miradas, terminó en un beso sencillo y limpio. Uno puro como ella.
Cerré los ojos con fuerza, quería grabarme cada detalle de su tacto. Sus labios eran suaves y cálidos, su aliento mentolado me penetraba la lengua, y eso era tan jodidamente adictivo.
- tienes fiebre, princesa. - dijo con miedo y pánico entre el beso. Se separó cuidadosamente y tocó con delicadeza mis mejillas y frente. - espera aquí, compraré analgésicos. -
[...]
- ¿no tienes apetito? - preguntó desde la puerta de la cocina. Yo me encontraba sentada en el desayunador, con un plato de pasta.
Habíamos llegado a su casa hace una hora, me dio unos cuántos medicamentos que me habían recetado e hizo que tomase una ducha. Me obligué a mi misma en poder ducharme sola, y aunque mis huesos dolían como el infierno, no quería ayuda.
Cuando salí del eterno y doloroso baño, ella ya tenía lista la pasta, había mencionado que era su comida favorita y tal vez a mi también me guste, dijo que con un poco de suerte me sube los ánimos. Simplemente asentí.
- ¿por qué me besaste? - pregunté aún con la mirada fija en mi plato. Jugué con la comida sin ánimos de saborearla. Jennie suspiró rendida. - ¿por qué lo hiciste? - repetí, levantando esta vez el rostro hacia ella.
Jennie parecía asustada, su mirada derramaba preocupación y tal vez un poco de tensión. Sabía que quería salir corriendo y desaparecer, pero muy en el fondo, quería saber la respuesta.
- yo, bueno... - dijo titubeando. Aún mantenía mi mirada fija en ella. - no. - dijo mientras negaba fuertemente.
Fruncí un poco el ceño y apreté mi tenedor con rabia.
- ¿así es como lo haces? ¿Vas por la vida recogiendo muchachas de la calle, las seduces, las bañas... - dije irónica. - para luego besarlas y no asumir la responsabilidad de que están jodidamente enamoradas de ti? - solté con rabia. Jennie abrió los ojos como plato e intentó decir algo, pero me apresuré. - no tengo a nadie, Jennie, no necesito otra cosa por la cual hundirme más, ya estoy suficientemente en la mierda como para que juegues conmigo. - me levanté de golpe, provocando una sensación de puro dolor en mi cuerpo débil. Cerré los ojos con fuerza y me quejé en voz alta.
Jennie se apresuró y me cogió de un brazo para evitar que me derrumbara en las frías lozas de su departamento.
- ¡sueltame, joder! - grité mientras que trataba de apartarme. Lógicamente no lo logré. - ¡déjame sola, no me toques! - solté con lágrimas gruesas saliendo de mis lagrimales.
Jennie negó y se abrazó fuerte a mi, colocó su mano izquierda en la parte baja de mi espalda y su otra mano acunando mi nuca. En un intento de safarme, su mano había rozado mi trasero, provocandome terror.
- ¡aléjate de mi! - dije en repetidas ocasiones mientras me tiraba al suelo y pateaba con todas mis fuerzas a la mujer de sonrisa triste enfrente de mi. Pronto comprendí que le había hecho daño, pues una mueca de dolor se vio reflejada en ella.
Sin embargo, volvió a acercarse a mi y colocó con sumo cuidado su mano en mi pierna, provocandome lo peor
- ¡no me hagas nada, Jackson, te lo suplico! - dije en modo de súplica. Mis cuerdas vocales se desgarraban a la par, la mano de Jennie simplemente se apartó.
No hizo el intento de volver a hacer contacto conmigo por unos minutos. Solo se escuchaba el sonido de mi respiración entre cortada.
- Lisa, soy Jennie - dijo con miedo, su voz parecía un susurro. - concéntrate en mi voz, no hay nadie más aquí, solo yo. - dijo, una vez que mi llanto se había apasiguado. Me mantuve en posición fetal cerca de las escaleras de su departamento, con la mirada en ella.
Se levantó de donde estaba con muecas de incomodidad, se llevó las manos a su costado izquierdo, y se mantuvo así por unos segundos.
Y como si el destino quisiera jugarme una mala broma, mi teléfono móvil comenzó a sonar. Ambas volteamos a ver el aparato, pero solo Jennie se acercó y lo tomó, contestanto casi al segundo.
- ¿si? - dijo con duda, escondiendo perfectamente sus ganas de llorar, posteriormente se alejó el móvil de la oreja y leyó el nombre de la persona en la pantalla. - no, habla su... psicóloga, ella está muy delicada justo ahora. - dijo lo último viéndome a los ojos. - ¡Oh...! es su familiar, ¿Cómo dice que se llama? - dijo mientras se limpiaba unas cuantas lágrimas de sus mejillas, pero de manera abrupta su semblante se puso serio. Fruncí un poco las cejas. - no, ella no irá con usted a ninguna parte, lo siento. - y colgó.
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Discos de vinilo [ Jenlisa +18 ]
Fanfiction"Lisa es una joven de veinte años nacida en Londres, es apasionada por los libros (aunque lo hace en secreto), sufre de depresión a raíz de un acontecimiento de su pasado, consume drogas de todo tipo arriesgándose a perder la vida. En las vacaciones...