Capítulo 18

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- ¿cómo te fue? - preguntó Jisoo desde su asiento. Apreté los labios y me encogí de hombros, mis ojos llorosos delataban mi llanto, y mis mejillas rosadas mi sonrojo. - Jennie, ¿te gusta esa chica? - preguntó sincera.

- no... - dije con un hilo de voz. Jisoo tragó saliva y negó en desaprobación. - te estoy diciendo la verdad, Jisoo. - dije con enojo.

- entonces llama a su familia y que vengan por ella, nos vamos. - dijo firmemente, logrando despertar a Rosé, la cual nos veía confundida. - ¿por qué te cuesta tanto aceptar que te gusta esa jovencita, Jennie? No vas a llegar a ningún lado con tus prejuicios. - terminó.

- ¡Tú no lo entiendes!. - grité con rabia.

- no, tú eres la idiota que reprime sus jodido sentimientos. Joder, enamorarse es normal. - sentenció Jisoo.

- ¿qué mierda pasa? - preguntó desesperada Rosé. - ¿por qué está llorando Jennie, y por qué le estás gritando? - volvió a hablar.

- no entiendo porqué cada que sale de esa jodida habitación, sale en lágrimas, o cada que la ve, o cada que cuenta cosas de esa niña. - dijo con estrés Jisoo. Rosé la vio con desaprobación y se acercó a abrazarme.

- está enojada conmigo, dijo que arruiné su muerte. - dije entre sollozos. Jisoo bufó y se sentó fuertemente, Rosé la volteó a ver con él ceño fruncido. - ni siquiera sé porqué mierda hago esto por ella. -

Ambas estaban en silencio.

- ¿qué fue lo último qué sucedió? - preguntó irritada Jisoo. La vi con intriga.

- mencionó que Malik era mi novio, y luego se alteró y me mandó a la mierda. - dije con rabietas. Jisoo se quedó seria.

- es que no sé puede ser más idiota, Jennie Kim. A esa chica le gustas. - dijo sin pudor alguno Jisoo.

- ¡ME QUIERE LEJOS, JISOO! ¿Tan difícil es entender eso? - grité con desesperación.

- Jennie, es normal que esté renuente, ¿si? - dijo dulcemente Rosé. - Jisoo y yo iremos a tu departamento, acomodaremos todo, prepararemos el baño, y ordenaremos comida. - dijo, a lo que Jisoo se levantó de golpe enojada. - aprovecha este tiempo para hablar con ella, ¿si? Te dejaremos las llaves de mi auto, nos iremos en taxi. - dijo mientras tomaba de la mano a su novia, la cual resongó por la idea.

- no me quiere ver, Rosé, no me quiere cerca. - solté desganada. - es mejor de... - dije pero me interrumpió una enfermera.

- ¿señorita Jennie Kim? - dijo aquella mujer de ropa blanca.

Asentí y mordí mis labios nerviosa. Rosé y Jisoo yacían en silencio.

- su novia acaba de tener otra convulsión. - dijo con agobio.

- ¿qué? Pero si me dijeron que le aplicaron el medicamento necesario. - dije mientras corría a paso rápido hacia la habitación de Lalisa. La enfermera intentaba seguirme el paso, al igual de Rosé y jisoo.

- señorita, lo hicimos, pero tuvo una alta alteración en su ritmo cardíaco una vez que usted abandonó la sala. - dijo fatigada mientras corría. - ¡Señorita, no puede entrar! - gritó.

- ¡Jennie, no hagas idioteces! - dijeron al unísono Rosé y Jisoo.

Abrí de golpe la puerta 25, ahí estaba ella, con un tubo metálico en la garganta, estaba desnuda en su totalidad. Múltiples agujas perforaban su cuerpo, el cual, ya conocía.

- ¡señorita, no puede estar aquí! - dijo el hombre que atendía a mi castaña.

Corrí hasta la camilla fría, tomé sus manos las cuales estaban sumamente heladas, sus uñas estaban moradas y sus huesos nunca dejaban de verse. Me sentía rota.

Lágrimas y más lágrimas salían de mi, y por mi mente solo una cosa podía pasar.

No puedes renunciar a lo que sientes Jennie, no puedes.

El cuerpo enfermo de Lalisa se retorcía en consecuencia de los espasmos de la epilepsia, una ligera capa de espuma salía de su boca y sus signos vitales decaían considerablemente.

- saquen a la señorita de aquí, debemos estabilizar a la muchacha o morirá. - dijo el médico de cabecera.

Mi mundo se vino abajo tras esa oración. Otra vez.

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Eran las 11:38 a.m, llevaba más de tres horas desde que mi castaña había tenido un ataque de su enfermedad. Jisoo y Rosé habían salido a acomodar mi departamento hace poco más de una hora, ¿y yo?, yo seguía en espera de respuestas.

Mis ojos ardían de tanto llorar, mi estómago vacío sentía hambre, pero mis ganas de moverme se quedaron en Italia. Todo en mi era depresivo.

Me habían dado las pertenencias de Lalisa; su móvil, su ropa y sus tenis. En realidad, la ropa que ella estaba usando era mía, por lo que una débil sonrisa salió de mi boca, recordar su presencia a mi lado me hacía bien.

- se fuerte pequeña, conmigo estarás bien. - dije en un susurro al ver la galería de su móvil. Habían pocas fotos de ella, pero me detuve en una en particular.

Lisa sostenía una mazorca, estaba usando una gran chaqueta de frío, y poseía una sonrisa sincera. Se veía tan diferente, se veía feliz...

Pasé a la siguiente foto, y en esa se le podía observar sumamente delgada, con la mirada perdida y sin expresión facial. Era una foto familiar, todos estaban en una mesa partiendo una especie de rosca.

Y sin avisar, una lágrima salió de mi.

- ¿quién te hizo tanto daño? - pregunté a la par que me limpiaba las gotas que caían desenfrenadamente.

Levanté la vista y de lejos pude ver a una muchacha que venía de la mano con una enfermera. Conforme se iban acercando pude recordar de quién se trataba. Lalisa.

Me levanté de golpe y corrí hacia ella, la tomé de las mejillas y la analicé con cuatela, mis lágrimas caían e inundaban mi vista, por lo que parpadeé varias veces. Sus pómulos sobresalían y sus labios eran secos, sonreí un poco al ver su lunar en el cuello y lo palpeé con mi pulgar.

- estás bien... - dije débilmente mientras la tomaba en un abrazo con sumo cuidado. Lloré en su hombro, realmente ese era mi lugar seguro.

- Jennie, yo... - dijo en un susurro audible. Levanté mi cabeza y observé detalladamente cada parte de su rostro. Era tan hermosa. - necesito explicarte algo. - dijo tímidamente.

- a la mierda las explicaciones. - dije e impacté mis labios con los de ella. El beso era suave, cargado de emociones. Nuestros labios danzaban la misma pieza, y nuestras lenguas se abrazaban con deseo.

Y como si de un río de amor se tratase, ambas empezamos a llorar en medio del beso, las lágrimas saladas se combinaban, y los sollozos de mi castaña se escuchaban a lo lejos.

- no me vuelvas a hacer esto, lisa. - dije aún en el beso con la voz rota de tanto llorar. Lisa sollozó y colocó sus manos en mi nuca, y yo coloqué las mías en su huesuda cadera.  - sentí que mi mundo se me iba. - concluí.

Ambas profundizamos el beso como pudimos, mordisqueé suavemente sus labios y ella los míos, ambas jugábamos con nuestras lenguas, mientras que las manos de Lisa me empujaban más y más hacia ella.

Era mi fin.

Nos separamos y juntamos nuestras frentes, ambas deleitandonos de la fragancia de la otra.

Luego de unos minutos Lalisa se hundió en mi, buscando refugio y calor. Tenía las mejillas coloradas y la cabeza gacha.

- ya estás a salvo, pequeña. - dije, y besé con cuidado la coronilla de su cabeza.

Discos de vinilo [ Jenlisa +18 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora