Capítulo 25

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- no hace falta que me veas así, Lisa. -

- lo sé, solo quiero ayudar. - dije con tristeza mientras la tomaba de la mano. Ella aún estaba parada al lado de aquella camilla de hospital, viendo a una de sus amigas morir lentamente.

- ¿qué quieren de ellas, Lalisa? - preguntó con la mirada aún fija en su amiga. Levanté la vista y negué en duda. - hablé con mi madre, dijo que era mejor mantenerse lejos de los medios, sea lo que sea, ellos no quieren vernos vivos a los que rodean a Jisoo. -

- ¿qué quieres decir? - pregunté con las cejas fruncidas. - ¿nos quieren eliminar? -

- Lisa, secuestraron a Jisoo, luego intentan matar a su novia en el ojo público, es claro que es una jodida amenaza para quién sea que sea. - dijo irritada mientras se sentaba vencida en la silla del cuarto.

- ¿amenza para quién? - susurré impactada. Me levanté de donde estaba y di vueltas por el cuarto de visitas. - ¿hizo algo malo, Jisoo? -

- no lo sé, todo es muy confuso. - dijo mientras me veía. Sus ojos se mantenían cansados, las ojeras era prominentes. - debemos irnos, mañana debo ir al consultorio. -

- Jennie, estás loca si crees que vas a ir a trabajar. - dije alarmada por su decisión. - tu también debes descansar. -

- estoy bien, dormí mis horas anoche. - susurró nerviosa mientras abría con cuidado la puerta del cuerto. Hizo una mueca. - de camino a casa compraremos algo para cenar. -

- sabes a lo que me refiero, necesitas descansar anímicamente. - hablé severamente.

Caminamos por los pasillos del hospital, íbamos a un chequeo habitual de mi enfermedad, me colocaron algunos analgésicos y bueno, nos escabullimos para lograr entrar al cuarto de Rosé, después de todo era mejor no mantener contacto.

De camino al departamento de Jennie, me llegó un mensaje, pude sentir la vibración en el bolsillo de mi lado derecho. Jennie iba concentrada en el camino, me sonreía por ratos cuando sentía que la miraba, o me tomaba de la mano y acariciaba levemente con su pulgar.

- ¿en qué piensas? - me preguntó.

- en lo hermosa que eres. - contesté. Jennie se sonrojó al instante. - siempre lo pensé, desde que te ví por primera vez... -

Mi móvil vibró de nuevo, avisándome de algún mensaje o correo, lo saqué y desbloqueé la pantalla con mi huella digital, abrí la bandeja de entrada y entonces el infierno se hizo presente.

- ¿qué sucede, mi amor? - preguntó en un tono de preocupación. - ¿algo te duele? ¿Quieres que pare el auto y respirar? -

Tragué saliva pesadamente, negué e intenté sonreír. Era yo el problema. Siempre fui yo el problema.

- Lisa me estás asustando, estás llorando y hace tres segundos estabas bien. - dijo mientras colocaba el freno de mano, pues se aparcó en una calle poco transitada.

- Jennie, todo esto, lo de nosotras, no debió ni comenzar, no debí conocerte, no debí acercarme a ti, no deb... - dije tan rápido como pude, lagrimas ahogaban mis palabras.

Frunció el ceño.

- ¿de qué hablas? - dijo en un susurro. - lisa, ¿qué viste en tu movil? - dijo contundente. Negué.


Londres, Inglaterra.
Esa misma noche.

- si no me dan el número de alguna de las dos, las mato, así de sencillo. - rió mezquino.

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