El piso de la sala de estar de la familia Kousaka ya estaba volviendo a relucir. Las plumas que fueron barridas por Honoka y su hija, ya habían sido puestas en la basura y de nuevo los muebles en su lugar. Honoka se encontraba limpiando el sofá que daba con el televisor, con un trapo. Levantando su vista, tenía a su izquierda la cocina que, con un mesón al frente, tenía allí a su acompañante de toda la vida. Una mujer de cuerpo delgado, esbelto. Sus cabellos eran lacios y cortos, llegando sobre los hombros. Ojos color esmeralda y piel completamente tersa. Con movimientos elegantes en su andar, preparaba lo que parecía ser una café con chocolate para ella.
—¿Me puedes dar un poco?
—Lo tendrás cuando termines.
—Mo~ eres mala, Tsubasa.
Kira Tsubasa, con 29 años en ese momento, terminaba de alistar su té. El dolor de espalda que tenía era casi insufrible, pero ya estaba pasando. Una vida como académica e investigadora no era sencilla, puesto que era una de las pocas figuras que quedaban con renombre para poder mantener a la magia como campo influyente en la sociedad. El trabajo era duro, pero no se quejaba, no podía. Todo fuera por la magia, su valiosa amiga que estuvo con ella desde sus inicios en el lecho de la familia mágica más prestigiosa de toda Tokyo, y que la acompañaba en ese momento con su vida al lado de esa mujer que se encontraba tratando de quitar las pelusas que estaban puestas en el sofá.
—No soy mala, soy justa. No estoy en contra de que juegues con Chika, me parecen muy tiernas cuando lo hacen —dijo la compañera con una sonrisa—, pero hay que hacer los deberes primero.
—Pareces mi mamá.
—Somos madres ahora. Compórtate como tal.
—Hai... Presumida.
—¿Qué dijiste?
—Nada.
Y así, el reloj comenzó a marcar las diez de la noche. Había luna llena, era melancólico ver la estrecha calle de su casa con un vacío irreconocible. Adentro, arropada con una manta y bebiendo su bebida caliente, se encontraba Tsubasa mientras miraba lo que parecía ser las noticias, alumbrada por el foco del techo.
—TSU-BA-SA-CHAN!!!!
Con esta exclamación, la mayor recibió a Honoka de lleno contra sus piernas quien se tiró cual acostándose en su cama, solo que el colchón era el sofá y la almohada, las piernas de su esposa.
—¡Vas a aplastarme!
—No estoy tan gorda —Honoka se levantó sentándose al lado de Tsubasa, mirandola con sus mejillas infladas.
—Ese no es el- olvídalo.
—Igual, no me dejaste recibirte de la manera adecuada y esta es mi venganza.
—¿Y cómo es recibir de la manera adecuada?
Honoka la miró a los ojos, con una sonrisa traviesa. La de cabellos cortos estaba un poco confundida, pero la manera en cómo Honoka rodeó su cuello con su brazo y acercó su mirada a la suya, fue lo que le dio la respuesta a la incógnita de su cabeza.
—...Pareces una niña.
—Aún así me amas.
Honoka y Tsubasa, ambas unieron sus labios en un tierno beso que hizo palpitar sus corazones. Ese sentimiento de unidad, el latir que sentían y cómo temblaban por las sensaciones que causaba aquel acto, ese sentimiento nunca lo cambiarían por nada. Terminaron separándose lentamente para quedarse mirando las dos, sonriendo la una a la otra.
—Es cierto, así te amo, Honky.
—Y yo a ti.
Ambas, unidas en aquel momento, estaban inmersas en sus deseos y en el calor que sentían en sus pechos. Otro beso, este más largo y dulce, para luego separarse. Amaban mirarse a los ojos luego de aquellas muestras de afectos, sólo para luego Honoka empujar a su esposa y recostarse en el pecho de ella. Se acomodó allí, y Tsubasa no puso ningún tipo de resistencia. Con ambas manos acariciaba sus cabellos, disfrutando cada segundo.
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La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangre
FanfictionUn nuevo poder crece dentro de Akko. Le devolverá la esperanza de tener magia de nuevo, pero la amarrará a un oscuro destino del cual dependerá el mundo mágico. El Grand Triskellion se liberó, la magia había vuelto a tener poder, y las brujas comenz...