—¡Suéltenme!
No veía nada, lo único que presenciaba era la oscuridad de la bolsa en su cabeza junto a sus fétidos olores. El punzante dolor en su estómago le decía que el viaje había sido largo, pero no tenía certeza ni hace cuanto tiempo fue.
Lo único que conocía era que estaba caminando por algún largo camino, con dos personas sosteniendo sus brazos, encadenados junto a sus piernas con aquel metal antimagia. Escuchó como una puerta se abrió, y sintió como la empujaron allí dentro.
—Ya te puedes quitar la bolsa.
Con sus manos inquietas, lentamente seguía las órdenes que le indicaron. Al terminar delante suyo no había nada más que una habitación de suelo y paredes de concreto. No había ninguna ventana, tan solo unas rejillas de ventilación en el techo a la derecha. Al frente suyo había unas camas en la esquina de la izquierda, al lado una mesita de noche con poco más que una lámpara que se veía quemada ya hace mucho. A unos cuantos metros de la mesa, había una especie de agujero que tiraba un olor que pateaba los sentidos de la mujer.
—Bien, Cerny, puedes voltearte.
Se demoró unos momentos en hacer caso, pero tal como se le indicó, ella volteó de manera lenta. Al frente suyo, tres hombres con rasgos asiáticos estaban allí al frente, Dos con grandes armas, y uno sin ninguna, pero cargando al parecer unas prendas.
—Ponte esto.
En sus manos entregó aquellas telas. Cerny lo extendió temblorosa: eran unas sudaderas, sumado a una camiseta de telas delgadas, pero junto a una chaqueta que estaba agujereada en varios sitios.
—P-pero, ¿Cómo que me ponga esto? ¿Ustedes son de esa triada?
—Señorita Cerny, solo siga las órdenes por favor.
Su barbilla temblaba ante su tono de voz. Iba a hacerlo de forma inconsciente, pero a penas intentó quitarse la blusa que portaba, notó que aquellos hombre no giraba la mirada
—¿Pueden por favor darme espacio?
—No, no podemos. Si se va cambiar tendrá que hacerlo con nosotros aquí.
—Pero-
Un dolor punzante sintió en su nariz al recibir el golpe de aquel hombre. Cerny quedó en el suelo, con su mano temblando buscando cubrir los trozos de su tabique en piezas separadas, mezcladas con el líquido carmesí que de ahí brotaba. Pasaron dos segundos, y sintió cómo su mundo se le venía de cabeza.
—Ahora levántense y haga caso.
Se dio cuenta que aquel hombre no necesitaba de un arma de fuego para hacerle daño. El dolor en su nariz no la dejaba levantarse, pero a pasos temblorosos lo logró. Se quitó la blusa, aquel pantalón, y poco a poco fue colocándose las que les trajeron aquellos hombres. Sentía cómo miraban cada rincón de su cuerpo, y escuchaba aquellos comentarios en un idioma que no entendía, pero ya se podía hacer una idea. No sabía qué era más incómodo, si eso, o aquellas cadenas que le impedían realizar magia.
Logró terminar, pero manchando bastante la camiseta y el saco en un rojo profundo en el camino.
—Toma, un pañuelo.
De su bolsillo lo sacó aquel hombre, ella lo tomó y procedió a cubrirse la herida. No se cuestionó si estaría sucio, pues el dolor podía más.
—A partir de ahora te quedarás aquí. Esta será tu nueva casa, te traeremos un poco de comida, y si te portas bien tal vez entretenimiento.
—Esperen, no pueden estar hablando en serio.
—Claro que lo hacemos, bruja. Por cierto ese hueco de allá es el retrete, si no lo quieres tener mal oliente, te recomiendo limpiarlo cada tanto y echarlo a la basura antes que la pasemos a recoger.
ESTÁS LEYENDO
La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangre
FanficUn nuevo poder crece dentro de Akko. Le devolverá la esperanza de tener magia de nuevo, pero la amarrará a un oscuro destino del cual dependerá el mundo mágico. El Grand Triskellion se liberó, la magia había vuelto a tener poder, y las brujas comenz...