Capítulo 0: Caos

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Inquietaba ver cómo esas 9 esferas se desprendían en el cielo. Tan inmensas, tan poderosas, asustaban al verlas, te recordaban lo pequeño que eras en ese basto universo. La manera en cómo se movían, parecía que iban a caer sobre ella. Las lágrimas corrían por su rostro, mientras veía el resplandor que salía de aquel gran árbol. El viento que tocaba su cara y movía sus cabellos, le permitía oler con detalles los ríos de sangre que corrían de las raíces. Los cuerpos de los que habían caído yacían, los que seguían luchando a penas podían moverse. Los estruendos la hacían temblar, así como las brisas. Frías, muy frías.

El gato estaba a su derecha, quien veía cómo el cielo colapsaba y las estrellas caían. El hombre a su izquierda lloraba ¡Cómo lloraba! Parecía que nunca terminaría. Por algo le llamaban loco ¿Estaba tan loco? Así lo hacía parecer su vestimenta.

—No estoy loco. No saben lo que crearon.

Decidió sentarse sobre las rocas. Los sonidos de las montañas desprendiéndose llegaban a sus oídos. Cerraba sus ojos, no quería ver eso. La sangre corría de su brazo y dibujaba aquel símbolo. Ese signo, eso lo provocó. Eso pensaba, o lo poco que podía pensar. Los llantos del hombre a su lado no la dejaban. Menos el olor de los cuerpos que se descomponían detrás suyo.

—Yo sí lo sé, ella también lo sabe. Por eso está aquí.

El gato la miraba. Se sentía desnuda ante él, ante eso. Sentía que el gato podía ver a través de ella, escuchar sus sentimientos, los podía sentir. Se levantó, quería mantenerlo lejos. Caminó dos pasos para que todos le abrieran el camino. Sin mirar arriba, siempre sin mirar arriba.

La oscuridad era interminable, pero el resplandor del árbol alumbraba el camino. ¿Por qué estaba ahí? ¿Quiénes eran ellos? No lo recordaba, pero creía conocerlos. Le hablaban, entre lágrimas todos le decían que continuara, que caminara. Sentía sobre ella las esperanzas de todos. De los caídos, de los condenados, de los que se desvanecían al este, los que las llamas oscuras los devoraban en el oeste, y las que perdían su cuerpo en el sur. Solo quedaba caminar, seguir y caminar. Solo sentía ese sentimiento de irrealidad, mientras cada uno de sus pasos pasaba entre lluvias de sangre y polvo ¿Es eso un sueño? ¿Es eso real?

No sabía, no sabía nada. Solo conocía un detalle: no quería mirar arriba. El origen de esa luz, nunca mirarla. Sentía que moriría. Sentía que lloraría tanto que padecería donde estaba.

"Era el caos" lo repetía su cabeza. No quería moverse.

No quería caminar, pero seguía haciéndolo, seguía avanzando. Como estar en una pesadilla, o tal vez... ¿Un sueño?

Solo quería despertar.

Estaba en las raíces del árbol, el camino se abrió.

Tenía que subir.

Tenía que seguir.

«Solo... Quiero despertar...»

Su corazón se congelaba. Gritos a sus espaldas llegaban para intentar detenerla. Ella no se detuvo, ella siguió. Ese brillo la segaba, y su corazón estaba congelado. Sus brazos, a pesar de estar cubiertos, temblaban. Su cuerpo temblaba, esas brisas eran insoportables. Escuchó un rugido a lo lejos. Algo rugió, algo muy grande. Antes no quería mirar arriba, ahora no quería mirar atrás. Ya no por tristeza, sino un miedo interno que la dejó paralizada. Con ese sonido, pensó ya no poder escuchar. Pero lo hizo, escuchó las palabras de ese ser.

—Todo queda en tus manos, Homura.

Un agrio sabor en su garganta, la hizo salir de aquel mundo.

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora