Capítulo 25: Déjate llevar, Cerny

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El callejón estaba un poco oscuro, y el olor tampoco era muy amigable. Con su barba desarreglada y cabellos desordenados, si no fuera por sus ropas bien puestas se haría pasar por un vagabundo. Su apariencia engañaba, pero no su andar. Con la mirada baja y sintiendo cómo un martillo golpeaba las paredes de su cráneo con tanta frecuencia, trataba de volver a su apartamento en las solitarias calles de Douglas.

La capital de la Isla de Maine no es muy grande como se podría pensar. Su puerto era de admirar, sin duda, siendo la única vista que calmaba a Ian mientras salía a la calle principal. Aquel basto mar al frente suyo le hacía escapar, pero aquellas líneas de edificios a ambos lados lo atrapaban nuevamente en la realidad. De unos cuatro pisos la mayoría (algunos de cinco), no tan grandes, y totalmente apagados por la hora nocturna.

Lo único que alumbraba su camino eran aquellas farolas de las aceras, que le permitían ver por dónde iba.

«Creo que ya los perdí» pensó para así.

La realidad no podría haber sido más diferente. Delante de él, dos hombres lo interceptaron saliendo del callejón. Un paso atrás, otros dos hombres también que le evitaron avanzar. Por instinto retrocedió por el callejón que tenía a su lado, igualmente estaba sin salida.

—Amigos... —temblando, no pudo hacer más que voltear lentamente y ver a aquellos chicos frente suyo, bloqueando la única salida disponible—. No quiero problemas.

—Yo tampoco los quiero, Ian. Pero negocios son negocios —dijo el que parecía el líder. Un joven de aspecto calmado, pero cuyo tono de voz contrastaba mucho con esa apariencia—. El señor Mike quiere que le pagues su dinero.

—¡Y eso haré! Solo denme más tiempo, si logro conseguir ese empleo-

—¿Qué empleo? —el chico esbozó una sonrisa burlona—. ¿Otro más a parte de todos los que te han echado?

—Esta vez sí sé que puedo conseguirlo-

—Ian, amigo, seamos sinceros —el chico se acercó cual víbora rodeando el hombro de Ian—, ya es casi imposible que consigas un empleo con buen sueldo. Apenas puedes mantenerte en pie con lo poco que ganabas. Sabes que con la Gran Caza ahora la situación no da para más, y sobre todo conociendo a la chica que estás criando ¿Quién contrataría a alguien mínimamente relacionado con una bruja?

—Aún es posible.

—Sabes que no —el chico dio un suspiro—. Mira, aunque no lo parezca, me caes bien. Sabes que puedes salir de todos esos problemas con mi jefe y que te perdone esa deuda a cambio de cierto favor. Esa chica que tienes en tu casa, ya te ha dado muchos problemas por tener sangre de bruja ¿Por qué no sacarle el poco provecho que le queda? Sabes que a mi jefe le gustas las jovencitas así, tal vez si pudieras negociar con él-

—¡Eso nunca!

Un golpe calló la boca de Ian y el grito que había dado.

—Tras que estoy siendo gentil contigo, ¿Aún así me gritas? —el joven dio un aviso a los que lo acompañaban para decirles que avanzaran—. Si así lo quieres, hagámoslo por las malas, y te dejaremos un recordatorio para que consigas el dinero rápido, porque la próxima vez que nos encontremos, será la última.

...

Cerny estaba imbuida en aquel libro que Ian le consiguió ya hace tres años. Ya había perdido la cuenta de todas las veces que lo había leído. No es que le fuese tan fascinante, simplemente no tenía muchas opciones. Era eso o mirar el techo resquebrajado o las paredes descoloridas del pequeño apartamento donde residían.

—Han pasado seis años desde el asesinato de Amy Bell...

O escuchar aquella vieja radio de la que tanto ya estaba harta.

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora