Capítulo 28: Cuida tus manos, Ariadna

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Ariadna cargaba una pequeña columna de libros sobre sus brazos mientras caminaba por los pasillos de Luna Nova. Se la hacía un poco pesada, pero entendía que al subir de semestre mayor sería la exigencia.

En ese momento lo recordó, y sabía que tenía que asimilarlo. Ya era su segundo año en Luna Nova, y debía adaptarse a la carga de trabajo que se demandaba. Sin embargo, resultaba ser difícil, teniendo en cuenta de que ahora solo tenía una compañera de habitación.

Acoplarse y adaptarse, ese era su diario vivir, a pesar de las cicatrices, o los guantes que sus manos vestían todo el tiempo.

Tiempos a solas te hacen divagar, recordar. Así lo hizo Ariadna mientras se le hacía nublado el rumbo por donde estaba.

...

Es mi culpa ¿No?

—Eso es lo que han predicado los visitantes del pueblo vecino, debemos hacerles caso si no queremos ser víctimas de la plaga.

Es porque soy bruja ¿No?

—Es solo una niña... ¿Están seguros?

¿Cuál fue mi pecado para merecer esto?

—¡Ariadna! ¡Por favor, a ella no!

Duele, duele mucho.

—No dolerá nada, niña...

...

—¡Ariadna!

Un llamado a su oído la sacó del trance de sus recuerdos, regresando al mundo real. Haciendo maniobras recuperó el equilibrio de los libros que cargaba consigo y giró hacia quien la llamó tan de repente.

—A-ah, Cerny. Perdona por distraerme de esa forma.

—...¿Sucede algo?

Ante la pregunta repentina, Ariadna se quedó en silencio por unos segundos. Atisbos de esos recuerdos se presentaban, pero al final decidieron nublarse por completo.

—No, no pasa nada.

—Por supuesto que no...

—¿A-a qué te refieres?

—A nada, no te preocupes. Simplemente que últimamente los chicos me han tenido en un limbo, eso es todo.

Lo recordaba, desde que inició el segundo año, la lejanía de Benton y Zeya ha estado presente. No es que fuesen de los pocos chicos que hay en Luna Nova y se pierdan tan fácil, simplemente los dos estaban en otro mundo, o al menos así lo veía Cerny, quien intentaba hablarles, acercarse, pero lo único que obtenía eran cabezas perdidas y respuestas cortas. A este punto, Ariadna era la única que estaba con ella.

—C-cerny, te juro que no es lo que-

—Tranquila, Ariadna. Lo que menos quiero es molestarte. Por eso, si hay algo, dimelo a su tiempo, mientras tanto ¿Quieres salir a comer algo en la tarde? Hace mucho que no tenemos un tiempo de ocio tú y yo, sobretodo por la profesora-

—¡SEÑORITAS!

—¡Ay! Y hablando de Roma.

Al frente suyo, Finnelan se levantaba con aquella mirada que siempre cargaba:

—¡¿Me pueden explicar qué hicieron con el pastel que les mandamos a guardar la noche anterior en la cafetería?!

—Bueno, pues... ¡Ariadna. Corre!

—¡¿EH?!

El día terminó siendo uno muy agitado.

...

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora