Capítulo 17: Sabes que no me detendré ¿Verdad?

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La tarde también se marcaba en Appleton. El sol reluciente ya se estaba escondiendo y pintaba las paredes de un rojo fuego. En el patio, rodeada de aquellos edificios estaban Akko y Diana sentadas de lado y lado. Un aura luminosa las rodeaba, casi majestuosa, de pies a cabeza. Sin embargo, lo que transmitía la luz que emitían lo negaba sus rostros, completamente cambiados. Con sudor recorriendo sus frentes, la respiración forzosa, y un temblor que se repartía todo el cuerpo, sus expresiones reflejaban las horas que habían estado ahí sentadas concentrando ese poder dentro de ellas.

—Vamos, chicas, ya casi lo logran —susurró Chariot desde su puesto.

Un poco alejados, pero con vista completa de lo que sucedía, estaban Lotte y Sucy, junto a Amanda y su grupo, Hannah, Bárbara y por último Andrew junto a Frank, presenciando lo que sucedía. Las chicas estaban con los ojos brillando, apreciando el esfuerzo de sus amigas y conteniendo las ganas de gritarles palabras de ánimo. Frank y Andrew, por otro lado, también estaban impactados. Los ojos de Frank brillaban, pero los de Hambridge estaban perdidos en aquella luz.

Por fin estaban a punto de lograrlo. Todo el día la pasaron intentando, desde la mañana hasta esa hora, tratando de hallar aquel flujo de magia y después mantenerlo dentro de sus cuerpos. Ambas sentían ese torrente de energía que ejercía presión en cada parte de ellas. Pero, ya pronto todo terminaría.

—Busquen dentro de sí, la semilla del Triskell debe mostrarse. Con esa cantidad de magia que tienen debe ser suficiente.

A las palabras de la profesora, los oídos de Akko y Diana eran sordos. Solo sentían la energía correr por todo su cuerpo, hasta que un calor en el pecho comenzó a emerger. Dirigieron toda la energía a ese punto, y la luz del aura que las rodeaba antes, se encendió por todo el lugar.

—¡Akko! —exclamó Lotte ante la corriente de aire que emergió de las dos estudiantes.

Todas se intentaron cubrir, la luz era cegadora, llamó la atención de todos en la academia y unos curiosos estudiantes tanto de Appleton como de Luna Nova comenzaron a asomarse. Pero, para los amigos de esas dos brujas, la preocupación ganaba más que la curiosidad.

—¡Chicas!

Chariot estaba a punto de ir a por ellas, pero un estruendo la detuvo. Ante sus ojos, por unos segundos, las chicas se elevaban unos metros en el aire. Sus ropas, majestuosas y con un brillo cegador, cubrían sus pieles cubiertas de aquellas líneas y tatuajes que recorrían sus cuerpos. Sus cabellos color menta, y en la frente de Akko, aquel símbolo... Solo duró unos segundos aquella imagen, la cual solo pudo ser vista por Chariot que estaba al frente de ambas. Todos los demás solo vieron la luz cegadora, pero nada más.

A los segundos, la luz se encogió y las estudiantes perdieron aquella imagen que había visto Chariot, volviendo a la normalidad. Ambas cayeron en el césped.

—¡Chicas! —exclamó Andrew.

Los jóvenes fueron a ver a sus amigas, así como Chariot se acercó. No reconocía bien lo que había visto, cómo estaban Akko y Diana. Fueron unos segundos, pero su mente todavía tardaba en procesar esa imagen. Fue a donde las chicas ya rodeadas de sus amigas quienes las revisaban para ver si estaban bien. Chariot en ese momento las vio, de nuevo a la normalidad como habían llegado en la mañana, pero con un aura radiante, que no era posible ver, pero que Chariot sentía.

—¡Oigan! No me digan que murieron.

—¡No digas eso, Amanda! —le reclamó Bárbara.

—Deben estar inconscientes —dijo Frank—, deberíamos llevarlas a enfermería.

—Es lo mejor —dijo Andrew.

—Despierten —dijo Jasminka intentando moverlas.

—¡DIANA!

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora