Capítulo 33: No puedes proteger a nadie

66 14 1
                                    

-¿Es aquí señor?

-Sí, es aquí.

El hombre pagó aquel taxi lo más rápido que pudo y bajó. Enfrente de él, un cúmulo de edificios que pertenecían a uno de los hospitales de aquella gran ciudad inglesa. Muchas personas entraban y salían, ya no de manera tan concurrida como hace una semana exactamente, donde un montón de personas pasaban con quemaduras de alto grado, y otras con alguna extremidad perdida.

En ese momento, el brujo pasó a la entrada, la gran recepción de colores blancos, con la sala de espera llena, la mayoría visitantes, las enfermeras caminando de aquí y allá, con aquel hombre resaltando por su túnica puesta encima.

-Disculpe, ¿Sabe dónde está ubicada Ariadna Bastillis?

-¿Es algún familiar? -preguntó la chica de la recepción.

-Sí, soy cercano.

-Lo siento, pero en este momento no estamos recibiendo más visitas.

-Chica, necesito pasar.

-Lamento mucho, señor. Pero me temo-

-Espere un momento -del pasillos la izquierda, salió un hombre bastante mayor que le pintó una sonrisa a Zeya cuando lo vio-, él viene conmigo, solo que se demoró unos minutos.

-Bueno, si es así creo que puede pasar.

Ambos tomaron camino por ese pasillo, Zeya detrás del hombre mayor.

-Disculpe la demora, señor Ian. Vine lo más rápido que pude.

-No te preocupes por eso, ¿Benton vino contigo?

-El ministerio mágico no le permite viajar ahora como están las cosas. A nadie que esté bajo amenazas o sospechoso a un posible ataque.

Varios doctores, familiares, y enfermeras pasaron a su lado. Rumbo a la habitación que buscaban, se encontraron entonces al frente de aquella puerta, la cual abrieron con cuidado.

Era una sala amplia, con una camilla en medio con todos los equipos médicos al lado. Un par de sillas retiradas y un poco lejanas donde se sentarán los visitantes, así como un pequeño televisor en la pared el cual se encontraba apagado en aquel momento.

Postrada en la cama, parcialmente vendada en la mitad de su cuerpo, se encontraba Ariadna.

-Oh... Hasta que al fin vienes -si ya de por sí la voz de esa chica era suave, ahora estaba casi inaudible.

-Perdona por no haber llegado antes ¿Te sientes mejor? ¿Te has recuperado?

-Un poco -una media sonrisa se dibujaba entre las vendas-, me pondré mejor con la recuperación, no te preocupes.

-Estoy seguro que será así -el chico correspondió la sonrisa, para voltear hacia Ian-. ¿Cómo ocurrió?

-Fue en la manifestación, al parecer colocaron dinamita en varios vehículos y estallaron. Hubo muchos muertos y heridos.

-¿Y Cerny cómo está?

-Ella...

-Ves a verla -dijo Ariadna-. Gracias a Margarette sus lesiones no fueron mayores. Pero eso no es lo único que me preocupa.

-Tú no te tienes que preocupar de nada ahora, Ariadna -Ian se acercó a ella-. Te vas a poner a descansar y mantenerte así. Ya pronto tu madre llegará al país, así que por favor, despeja tu mente de todo este asunto.

Zeya entendía las palabras del padre de Cerny, pero al ver los ojos de Ariadna, sabía que no era una cuestión de solo voluntad. El hombre ya se hacía idea de lo que podía ser.

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora