Capítulo 43: La verdad te busca, Akko

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—¡Ya está listo!

Las corrientes de energía y magia iban y venían cual trenes a toda prisa, siendo que los sonidos y estremecimientos se podían sentir claramente desde cualquier sitio. Así como las ráfagas de aire que corrían cual corrientes de mar, cuya fuente eran aquellas dos chicas que se ponían de pie sobre uno de los tantos cimientos de rocas de alrededor. Con sus cuerpos cubiertos de las marcas que simbolizaban el sello que estaban cargando.

—El sello de Helheim —Susurraba Honoka desde su lugar denotando a las dos jóvenes mientras sostenía a Cerny junto a las demás.

La bruja enemiga, por su lado, sabía que la fuente de aquella energía estaba a lo lejos. Es verdad que no podía ver, pero de igual forma, tenía la capacidad de percibir aquella vasta cantidad de poder, que solo resultaba en una cosa, una sola conclusión:

«Mi fin» pensó para sí, mientras trataba de zafarse de las cadenas que la rodeaban.

—Cecidit spiritum, spiritum vivit, in omni loco —Comenzaron a pronunciar Akko y Diana al tiempo, mientras que con sus brazos levantaban un arco brillante—. Maledictus parerent imperio est, damnabuntur, imo finitum Niflheim, ubi solum mors est...

Aquellas palabras, conforme iban avanzando, así terminaba siendo su majestuosidad, por cómo se elevaban los tonos y retumbaban en cada cimiento de rocas de aquel sitio, siendo que incluso se llegaba a olvidar, por un momento, que eran simples estudiantes las conjuradoras del hechizo. Así de esta manera era el aura que se desprendía, uno que opacaba la vista, pero esta luz no era comparable con aquel arco, que tenían empuñado ambas chicas, y que, se alzaba en una templanza calmada pero imponente, que exigía respeto con solo verlo.

Ya solo quedaba pronunciar las últimas palabras, las claves, donde nombras aquel máximo poder que rige el mundo para así realizar tu voluntad bajo su condición. Sin embargo, Akko desde su sitio, miraba con sus cejas juntas aquella figura que se postraba a la lejanía.

«No fue tu culpa, Cerny —pensó la joven para sí—. Pero al final esto fue lo que decidiste... ¿Por qué tiene que terminar así?

—Es hora, Akko.

Las palabras de Diana la devolvieron en sí misma. Con firmeza, vio a su enemiga.

«Se lo prometí a Chariot, no permitir que la historia de vuelva a repetir, no dejar que este mundo me consuma... Te lo prometo, Cerny, tu historia no se volverá a repetir»

—¡Sic fiat in nomine chao!

«No conmigo»

La velocidad exorbitante a la que aquella flecha se movió, creyendo algunos que superaría a la de la luz, llegó con toda la potencia a su objetivo en menos de un instante. Tan rápido, que solo se pudo sentir el estruendo del choque de aquel ataque

Pero Cerny sí lo pudo ver con total claridad, cómo se acercó, lentamente, hasta llegar a dónde ella estaba. Siendo que pudo recordar, irónicamente, cada momento de felicidad, aquellos pequeños instantes donde no tenía que pensar en nada, solo disfrutar, junto a las personas que amaba.

Ya conocía su destino, y lo aceptaba, terminando en solo una petición, que dio en aquellas palabras susurradas.

«...Espero que ustedes chicos sí puedan disfrutar el ValHalla, si algún día Margarette me perdona por lo que hice y me permite escapar de las garras de Hell, esperaré a verlos, para agradecerles... Por ser lo mejor que me pasó en esta miserable vida»

Consecuente, un estruendo, uno acompañado con aquella ráfaga de luz, que cegó a todos. Corrientes de viento se levantaron, que con un poco más de fuerza podrían mandarlas a volar.

La Luz de la Magia Vol.1: Sombras de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora