Capítulo 9

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Madelaine

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Madelaine

Las drogas te hacen sentir intensas sensaciones de placer, euforia, seguridad, entre otras. Te hacen sentir como que flotas dentro de una burbuja y que eres capaz de hacer cualquier cosa. Tu cuerpo se siente en una libertad divina, sientes que eres capaz de hacer todo lo que está a tu alcance y más.

De esa misma manera comienzo a sentirme cuando Connor empuja mi cuerpo hacia el muro, y pega sus suaves labios a los míos brutamente, queriendo quitarme todo. Yendo a por una guerra entre nuestras lenguas, una guerra que se desata entre los dos, como siempre que nuestras bocas se juntan.

Su cuerpo presiona el mío, y jadeo al sentir su clara excitación rozando mi entrepierna.

Deja de besarme para morder mi labio inferior tan fuerte que produce un escozor en este, jadeo cuando lo siento seguir tirando de mi labio con sus dientes.

—Apuesto todo a qué estás tan mojada como para recibirme ya.

—Compruébalo por ti mismo —lo desafío.

Deja de mirarme para barrer con la mirada el resto del estudio rápidamente, ahora desolado, que también se encuentra a penumbras debido a que esta zona es nuestra y ya hemos terminado de grabar.

—Ven —toma mi mano y tira de ella, pero doy un tirón soltándome.

—Puedo caminar sola —replico, siguiéndolo.

Se dirige hacia su tráiler, lo abre y se adentra.

No me pierdo ninguno de sus movimientos. Ni como cada uno de sus brazos se marca estirando la tela de la camisa blanca que lleva, ni como se le marcan las venas de su antebrazo descubierto, debido a que la prenda está arremangada hasta sus codos.

Apenas piso el interior de su tráiler, la puerta se cierra y él avasalla contra mí, besándome salvajemente.

Sus labios se mueven sobre los míos con fuerza y deseo. Su lengua no se queda atrás cuando se entrelaza con la mía, haciendo el beso aún más profundo si es posible.

El contacto de nuestras bocas me lleva a un estado en el que nunca he estado, y que no puedo explicar con palabras.

Mis manos van rápidamente a su pantalón, desabrocho el cinto y luego los botones, tiro la prenda hacia abajo dejándolo solo en bóxer, mi mano se adentra por estos y comienzo a acariciar su largo y gordo falo de arriba a abajo.

Por debajo de mi corta y suelta falda se cuelan sus manos apretando cada centímetro de mi piel hasta llegar a mis glúteos, a los cuales comienza a amalgamar con sus grandes manos.

Dejo de acariciarlo para tirar de la cinturilla del bóxer, y sacar su falo. Mientras que una de sus manos se mete por debajo de mis bragas tocando mis labios inferiores y gimo.

—Empapada para mí —sonríe maliciosamente—. Solo para mí.

Su posesividad me calienta más de lo que debería.

FUEGO © (Arder 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora