Extra San Valentin

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Mundo Alterno

Madelaine

Me despierto sintiendo como mi cuello se humedece debido a los labios de Connor paseándose por la zona, no abro mis ojos aún, me mantengo sintiendo el tacto suave y perezoso de él. Muerdo mi labio con suavidad mientras me dejo disfrutar de la caria que recibo por parte del magnate.

Jadeo cuando sus dientes atrapan mi piel suave y tira de ella.

—Eres deliciosa —dice sobre mi boca antes de atrapar mis labios con los suyos.

—Lo sé —respondo con altanería sobre su boca.

Mis labios son atacados por los de él, otra vez, con movimientos fuertes y precisos, como todo en él. Siento la suavidad de su boca y su lengua lamiendo mi labio inferior provocando que mi boca se abra y esta se introduzca recorriendo el interior.

—Te comería entera —dice separándose con una mueca de dolor y desagrado—. Pero Eric está despierto esperándonos en la cocina para desayunar.

—¿Se ha despertado solo? —pregunto extrañada.

—Sí, y hace como media hora.

—Que raro.

—Se ha dormido temprano —se encoge de hombros sin darle mucha importancia—. Me vino a despertar, desde pequeño sabe que tu eres un koala perezoso que no madruga.

—Que graciosos —me burlo poniendo los ojos en blanco—. Ve con él antes de que derrumbe toda la cocina.

Eric tenía especial afición por la cocina desde que nos mudamos con Connor hace dos años atrás y lo vio cocinando. Desde ese día quiere participar cada vez que el empresario se pone a preparar alguna comida o postre.

En más, el muy sinvergüenza se enoja cuando pedimos comida o la señora que limpia cocina los días que estamos muy ocupados con nuestros trabajos.

—A su orden, señorita Psyque —bromea levantándose de la cama por lo que agarro un almohadón y se lo tiro a la cabeza, riendo se escabulle por el pasillo.

Después de ducharme y prepararme para el trabajo bajo por las escaleras bostezando, odio las mañanas. Nunca me acostumbraré a ellas, por esa misma razón acomodo casi todos los horarios de grabación después de las diez de la mañana, pero hay escenas que se necesitan rodar por la mañana como es el caso de estos últimos días. Para mi satisfacción, por suerte no solo yo, quien era la productora, tenía que levantarme temprano e ir, sino también los actores.

Al entrar en la cocina Eric grita al verme.

—¡Mami!

—Hola amor —me acerco y beso su cabeza.

Tomo asiento frente a él donde ya está todo el desayuno servido.

Tocino, huevos y tostadas están del lado de mi hijo y del mío, mientras solo hay tostadas junto a los potes de queso y mermelada para Connor.

A estas alturas Connor ya casi no ingiere carne, a pesar de que yo y Eric sí lo hacemos.

—¿Te han confirmado el vuelo? —pregunta mi esposo sentándose a mi lado viendo que estoy con el móvil revisando mails.

Porque sí, Connor y yo nos casamos hace ocho meses y diez días. Hicimos una boda con dos celebraciones, una primera en una de las playas de Maldiva, con nuestros amigos más cercanos y familiares. Luego, aquí en Los Ángeles volvimos a celebrar nuestro matrimonio en una fiesta de noche con todos nuestros conocidos, había alrededor de cuatrocientos o quinientos invitados.

FUEGO © (Arder 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora