Capítulo 24

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—¿Cuándo vuelven? —pregunto al teléfono el que se encuentra con la llamada de mi madre

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—¿Cuándo vuelven? —pregunto al teléfono el que se encuentra con la llamada de mi madre.

—El lunes, pasaremos el fin de semana aquí, ¿no te molesta quedarte sola?

—No, para nada. Ya estoy acostumbrada. Solo quería saber y no volver a tener una sorpresa.

—¿Sorpresa? —pregunta con su típica voz cantarina que usa cuando se inventa amores para nosotras—. ¿Estás viendo a alguien?

—No —contesto rápidamente.

—Si lo estas, me doy cuenta cuando tienes alguien a tu alrededor.

—No lo tengo.

—Si lo tienes. Ha pasado tanto tiempo...

—Mamá —digo advirtiéndole que no siga por ahí con el tono de mi voz, pero como buena madre que es si lo hará, ¿no?

—Alguien tienes- Sea quien sea. Sea para lo que sea —responde firme sin importarle las advertencias que le haga para que no hable del tema. A Juliette Dumont nadie le dice qué hacer—. Solo investígalo, ¿si? Eres mayor y ya no puedo intervenir en todos los aspectos de tu vida pero no quiero que pase lo que ya pasó con ya sabes quien.

—Mamá, eso no volverá a pasar, fue un error, nos dimos cuenta tarde...

—Yo tendría que haberlo investigado más profundamente, pero era tan bueno y te quería tanto.

Un nudo se forma en mi estómago y en mi garganta al recordar esa época.

Trago el nudo de mi garganta antes de volver a hablar—. El amor no siempre es suficiente para dejar de ser lo que realmente eres en tu interior.

—Algunas veces la oscuridad de tu interior es más fuerte que ese amor —termina mi madre la frase que nos repitió su madre, mi abuela, toda la vida.

—No es tu culpa —digo carraspeando—. No es culpa de nadie.

Es algo que mi mente no quiere aceptar pero que sí lo sabe. Es lo que me repito día a día.

—Es mía, yo tendría que haberte protegido ahora que ese chico está ahí hace años...

—Ya mamá, por favor.

—Perdóname.

—No tengo nada que perdonarte porque no has hecho nada malo. Siempre nos has cuidado de sobremanera y esto se te pasó —digo firme—. Eres una ex soldado humana, no una soldado robot.

—Cuando quieras podemos hablarlo —vuelve a sugerir como hace años lo hace.

—No quiero hacerlo.

—Sabes que puedes hablar, como antes.

—Antes era diferente, mamá.

—Entiendo —suspira ante no poder hacer que hable sobre el tema después de infinitos intentos—. Te quiero.

FUEGO © (Arder 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora