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Tres días sin poder salir de esa finca por imprevistas molestias son lo que irritaba al chico con ojos color lavanda. Pero no podía hacer mucho contra eso.

Bajo del árbol con la niña en brazos y la dejo de pie en el césped.

- G-gracias – dijo la pequeña. Las dos niñas que la acompañaban la abrazaron aliviadas.

- No hay de que, tengan más cuidado a la próxima – les sonrió alejándose – Bien, ahora a buscar a Kyojuro.

Emprendió su camino de regreso al interior de la finca. Donde se encontró con la hermosa Shinobu.

- Ara ara, sigues aquí.

- Sí, han ocurrido algunos inconvenientes – sonrió nervioso.

- Entiendo, no te preocupes, puedes quedarte el tiempo necesario.

- Gracias.

Se sonrieron y siguieron su camino.

Tomioka caminaba de un lado a otro frente la entrada, no quería entrar y que Shinobu lo vuelva a encerrar con Kyojuro, pero necesitaba informarle la siguiente misión que les fue encomendada. Una vez más maldijo sus graves problemas de comunicación y entro en busca de la pilar.

No le tomo mucho tiempo encontrarla.

- Buenos días Tomioka-san – saludo - ¿Qué te trae por aquí?

- Tenemos una misión en el sur.

- Ya veo... Aun tengo algunas cosas que hacer, ¿por qué no me esperas con Rengoku-san?

- Te espero afuera – se giro para salir. Shinobu suspiro.

- Veo que no entiendes...

Hubo un pequeño estruendo antes de que la puerta se abriera y el pilar del agua apareciera de repente colocando las palmas en el suelo para no golpearse la cara.

- Ya regreso Tomioka-san – coloco una mano al lado de su boca – La próxima vez veré si puedo conseguirte un rato a solas con Kamado-kun – susurro antes de salir cerrando la puerta.

Giyuu arrugo el entrecejo irritado, volvió a caer en lo mismo.

Los quejidos bajos lo asustaron y rápidamente se levanto observando al pilar desde una distancia prudente. Rengoku se removió hasta despertar y enfocar la penetrante mirada en su acompañante.

- ¡Tomioka, compañero! – sonrió - ¡Que sorpresa verte!

- Sí... - bajo la mirada evitando el contacto visual. Tampoco es como si quisiera estar ahí -... ¿Cómo te sientes?

- ¡Excelente!

- T-tu ojo... - se regaño por titubear.

El contrarío roso el parche - ¡Bien! Kocho dijo que con su extraña cosa gelatinosa y reposo se curara por completo, quedara perfecto.

El pelinegro asintió con la cabeza.

- ¡Conocí a tu amigo! ¡Es muy agradable! – rio animado.

- ¿Mi amigo? – lo miro sin entender nada.

- ¡Sí! Nos encontramos en la última misión ¡Salvo mi vida! – volvió a reír – Hablar con él es divertido.

- ¿De quién estás hablando?

- ¡De Sabito! ¡Por supuesto! – respondió. Giyuu lo miro boquiabierto – Conversamos sobre el aniversario de los cazadores y esas cosas, pero estaba cansado y me quede dormido.

-... Y...ese dichoso Sabito... ¿Qué color de ojos tiene? – murmuro.

- Un lila grisáceo ¡Como glicinas!

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