PROLOGO

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Se concentro tanto en la pelea que no sintió el tiempo pasar, cuando por fin pudo cortar la cabeza de aquella demonio, los cuerpos sin vida desaparecieron en cenizas y los otros cayeron desmayados.

A la luz de la luna llena.

Todavía no le quedaba muy claro el cómo funcionaba su técnica de arte demonio, pero ya no era necesario pensar en ello. Bajo la katana a la altura de sus ojos, el espeso líquido recorría todo el filo hasta la punta, y se tomaba su tiempo para caer en gruesas gotas, sin contar las manchas en su uniforme.

"Solo basta con pensar en su nombre y aspecto - llevo el pulgar a su boca - Una gota de sangre... - dejó caer una gota carmesí antes de regenerar la herida -  Y tendrás a tu muñeco - dijo burlona".

Esa técnica se utilizaba de dos maneras. Revivir cualquier muerto, y despertar a los vivos presos de su maldita voluntad. Para el cazador ambas eran un eterno sufrimiento, por ello, su única opción era decapitar a la demonio antes de que ella lo atrapé a él.

"Pensar en su nombre y aspecto - repitió en su mente. Seguido de esto, recordó aquel chico con apariencia demasiado madura para su corta edad - "Sonaría emocionante para tí... Sabito".

Soltó una pequeña y triste sonrisa, enderezó el cuerpo, sacudió el arma y la guardo para emprender su camino de regreso a la sede.

Giyuu Tomioka, pilar del agua, caminaba con su habitual postura, encerrado en su pequeño mundo creado tras convertirse en los que -según cree- no merece.

- Oh, Tomoika-san - se detuvo frente al mayor - Veo que ya te encargaste del demonio.

Movió la cabeza afirmativamente, paso a un lado de la pilar del insecto, quien lo siguió unos pasos atrás. Le habían indicado dirigirse a la ubicación del mayor para ayudarlo, ya que al parecer no le iba muy bien.

- Perdona la tardanza, había una tienda nocturna y me detuve a comprar esto - le mostró un pequeño adorno de mariposa. Giyuu lo miro de reojo - Estás muy herido Tomoika-san, vamos a mi finca para poder revisarte.

- Estoy bien.

- Tan necio como siempre - dijo en un suspiro cansado.

Para ella era más difícil convencer al pilar de algo, que pelear con 100 demonios toda la noche.


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