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Giyuu se despidió del pilar de la roca y Genya para dirigirse de regreso a su finca. Sabito salió esa mañana y desde lo que ocurrió con Tengen él no salía por tantas horas sin antes decirle a donde. Pero ya eran casi las tres de la tarde y no aparecía, un hecho que le extraño y ciertamente le asusto, pensó que estaría con Himejima para acompañarlo en sus oraciones diarias y pedir por una tal Makomo y otros niños, pero cuando llego no lo encontró.

Su cuervo aterrizo en su hombro y le comunico que Kagaya solicitaba su presencia en la sede, dejo su búsqueda para después y se dirigió al lugar.

-Buenos días Tomioka-san – saludo alcanzándolo - ¿Cómo vas con tu plan maestro?

-Creo que bien... Le diré pronto.

-¿Qué tan pronto?

-Muy pronto – respondió – Lo buscaba para eso.

-¿Y?

-Oyakata-sama me llama.

-Espera un momento. ¿Se lo dirás así nada más? – lo miro asentir con la cabeza. Shinobu suspiro –... Por cosas como estás te va mal en el amor – Giyuu se detuvo y la miro – N-no tiene que poner esa cara Tomioka-san. Déjamelo a mí, yo me encargo de todo.

-¿Tú?

-¡Así es! Ya te había dicho que yo programaría tu cita perfecta, ¿recuerdas? – sonrió como siempre – Parece que al final será con ese chico – señalo en la parte del haori con cuadros.

-¿Por qué lo dices?

-Los Kyahan de Sabito-san tienen el mismo diseño, no me digas que ni de eso te diste cuenta.

-No le di importancia...

-Tendría que esperarlo de ti – comento en un suspiro burlón – Bueno, iré a planear tu noche perfecta, adiós Tomioka-san, suerte con Oaykata-sama – se despidió y desapareció.

Giyuu sabía que ya no servía de nada intentar detenerla así que siguió su camino, ingreso al jardín y casi detiene sus pasos cuando sus ojos miraron la melena opaca del pilar del viento. Kagaya lo saludo y comenzo la reunión.


•••


-¡Sabito! – entro golpeando la puerta, sintió alivio al verlo en la finca del agua.

-Hola Gi... - no alcanzo a terminar, pues el contrario lo abrazo fuertemente.

-Cuando ya no quiero morir, voy a morir.

-¿De qué hablas?

-Tengo una misión... Con Sanemi.

-Sanemi tiene una gran destreza con la espada.

-Tú lo has dicho – murmuro pegándose más al de ojos lavanda – Seguro me matara, dejara mi cuerpo en algún lugar del bosque donde nadie lo encuentre y mi alma perdida deambulara los alrededores por la eternidad.

-Giyuu, eso no va pasar.

-¿Cómo sabes? – lo miro casi llorando.

-... Yo me encargare de eso – lo separo para tomar su barbilla y alzarle el rostro – Veré la manera.

-Sí – dijo afirmando con la cabeza.

-Antes de que se me olvide – lo separo y saco los muñecos que la demonio le dio – Nezuko nos regala estos.

-Son bonitos – opino mirándolos – ¿Por qué?

-No le pregunte eso. ¿Cuál quieres?

Giyuu los observo detenidamente, ambos eran bastante lindos. Antes de decidirse Sabito selecciono el suyo.

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